El presupuesto de 1993 debe ser discutido con extremo
cuidado y revisarse con lupa por parte de toda la ciudadanía con el fin de
evitar que el producido de la reforma tributaria se dilapide.
Cada año por esta época comienza en Colombia la discusión
presupuestal. El ciudadano común se
pierde en esta danza de cifras. Los
valores mencionados en los medios de comunicación son de tal magnitud que prácticamente nadie puede comprender la
verdadera dimensión del presupuesto del gobierno.
Los grandes fracasos de la gestión pública en Colombia como
el del sector eléctrico, el Metro de Medellín y la quiebra de ciudades como
Pasto nos están mostrando que el sistema presupuestal colombiano adolece de
muchas fallas que tienen que ser corregidas si se quiere que el Estado
colombiano sea más eficiente.
La falta de discusión de alternativas presupuestales es una
de las grandes limitaciones en el presupuesto colombiano. El público nunca
tiene una opción con la que pueda comparar la propuesta del gobierno. Cuando se aprobó el Metro de Medellín, no se
considero una tecnología de transporte de menor costo. Tampoco se consideró la
posibilidad de realizar un programa de mejoramiento urbano que atacara
problemas más apremiantes de los estratos más pobres del Valle de Aburrá.
El poco interés de la ciudadanía en el proceso presupuestal
ha permitido que los gobernantes de turno nos embarquen en los famosos elefantes
blancos. Los Alcaides de Verdad buscan
inmortalizarse en obras de concreto sin preocuparse de la manera en que se van
a pagar dichas obras. Este torrente de
obras mal concebidas, no solo aumenta de manera alarmante los impuestos sino
que muchas veces requiere de un endeudamiento creciente.
Cuando no hay controles efectivos en el proceso
presupuestal, los grandes errores tienden a reproducirse. Colombia es, sin lugar a dudas, el país del
Mundo con más aeropuertos internacionales.
En este juego presupuestal los habitantes de Medellín, Barranquilla y
Cali pueden apoyar la construcción de un aeropuerto internacional de Cúcuta
porque saben que en el futuro podrán alegar que sus ciudades también merecen
tener su propio aeropuerto.
Una idea muy interesante para mejorar el proceso
presupuestal aparece en el último de la revista The Economist. En lugar de tener discusiones separadas entre
el ministro del Tesoro y cada uno de los ministros las discusiones
presupuestales se van hacer de manera colegiada. En este esquema ideado por el maquiavélico
Norman Lamont, cada ministro tiene un incentivo en atacar los malos proyectos
de sus colegas, por cuanto los ahorros que se hagan pueden ser incorporados en
su propio presupuesto por quien logre demostrar que ese gasto es
innecesario. Si este procedimiento se
adoptara en Colombia sin lugar a dudas impediría gastos tan innecesarios como
los famosos aviones Kafir. Los ministros
de Salud, Educación, Justicia verían una oportunidad magnífica de aumentar sus
presupuestos tratando de eliminar las malas inversiones en el Presupuesto de la
Defensa. El Ministro de la Defensa por
su parte tendría que convencer no solo al Ministro de Hacienda y al Director de
Planeación sino a todo el Gabinete en pleno.
El presupuesto de 1993 debe ser discutido con extremo
cuidado y revisarse con lupa por parte de toda la ciudadanía con el fin de
evitar que el producido de la reforma tributaria se dilapide. La adición presupuestal de 1.6 billones de
pesos para pagar burocracia al mes y medio de aprobada la reforma tributaria,
debe abrirnos los ojos sobre lo que nos espera en el futuro si no hacemos
reformas importantes en el proceso presupuestal colombiano.
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