Este ritual de utilizar
el 6 de agosto para regocijarnos de lo poco o mucho que hemos logrado debería
convertirse en una ocasión en la que el bogotano haga un balance de la gestión
de su Alcalde.
Los que hemos pasado
por la Administración Distrital sabemos que el seis de agosto es muy especial.
El Alcalde y sus Secretarios acostumbran hacer sus giras inaugurando las obras
terminadas recientemente. El Gabinete Distrital aprovecha estas ocasiones para
reunirse con sus familias y amigos para celebrar en la Casa Privada tan
importante aniversario. Esta alegría de los directivos no es compartida por
toda la ciudadanía solamente los beneficiados con las obras suelen acompañar a
las autoridades en sus celebraciones.
Este ritual de utilizar
el 6 de agosto para regocijarnos de lo poco o mucho que hemos logrado debería
convertirse en una ocasión en la que el ciudadano haga un balance de la gestión
de su Alcalde. Los compromisos adquiridos por el candidato en su campaña
deberían ser evaluados contra las realizaciones hechas en cada año. Las
celebraciones deberían hacerse únicamente cuando lo realizado sea superior a lo
prometido. Cuando las realizaciones fueran menores a lo prometido esta fecha
debería ser la ocasión propicia para hacer las rectificaciones del caso,
llegando inclusive a hacer cambios radicales en el Gabinete Distrital.
Para comenzar el
balance con algo positivo, debemos mencionar la aprobación del Estatuto de
Bogotá que busca darle un mejor manejo a la ciudad. Las reformas en las
Empresas de Servicios Públicos son importantes. El darle autonomía y por
consiguiente responsabilidad a los Gerentes es un paso importante para poder
manejar las Empresas de Servicios Públicos de una manera más eficiente. La
reforma, si bien es un paso adelante, tiene que ponerse en práctica con sumo
cuidado. Por ejemplo, no sacamos nada en que los miembros de las Juntas sean
nombrados por el Alcalde si van a comportarse de la misma manera que lo hacían
los miembros nombrados por el Concejo.
El pensar que los
cambios en el ordenamiento legal es una solución a nuestros problemas es un
error bastante común en Colombia. La Constitución del 91 no nos solucionó todos
los problemas que nos aquejaban ni nos convirtió en un país desarrollado. El
nuevo Estatuto de Bogotá, si bien es mejor que el anterior no nos va a
convertir en una ciudad avanzada y agradable para vivir.
A pesar del esfuerzo
realizado en esta administración, las finanzas distritales siguen siendo
preocupantes. El ciudadano sigue convencido que paga impuestos y tarifas
superiores a las de Nueva York para obtener unos servicios peores que los de
Somondoco. El problema de la deuda externa de las empresas de servicios públicos
sigue siendo grave. La capacidad de inversión de estos entes está totalmente
limitada por la alta carga de la deuda externa. Los costos administrativos de
las empresas unidos a las altas pérdidas ocasionadas por el contrabando
absorben todos los recursos que quedan después de pagar la deuda externa. La
capacidad de expansión de los servicios públicos en Bogotá es muy limitada y no
existe posibilidad de lograr acceso al crédito mientras que la situación
financiera no mejore.
La capacidad de
operación de los organismos relacionados con el transporte sigue siendo
bastante limitada. Los verdaderos problemas del transporte siguen sin resolver.
No existe coordinación entre los diferentes entes relacionados con el
transporte. El cambiar de un Departamento Administrativo de Transito y
Transporte a una Secretaría de Tránsito y Transporte ha resultado tan inocuo
como el cambiarle de nombre a la ciudad. Los cambios en el manejo de tráfico
son tomados de manera improvisada sin tener estudios de impacto y se hacen sin consultar
con los afectados. Los ciudadanos se sienten totalmente aislados cuando se
toman decisiones que los afectan sin que puedan expresar su opinión. Piensan
que de nada les sirvió haber elegido unos ediles que no tienen ninguna función
verdadera.
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