El
esfuerzo de tantos voluntarios no aparece registrado en la contabilidad
nacional pues por regla general estos voluntarios no reciben una remuneración
por su trabajo. Sin embargo la magnitud de este esfuerzo puede ser
considerable.
Algunos políticos han
tratado de imponer obligaciones adicionales a nuestros jóvenes. No solo han
insistido en perpetuar el servicio militar obligatorio, institución a todas
luces inequitativa e ineficiente, sino que no contentos con la judicatura y los
años rurales para los médicos y odontólogos han querido desarrollar el servicio
social obligatorio. Los defensores y proponentes de estas medidas por regla
general están inspiradas por nobles ideales que sin quererlo tratan de ganar
indulgencias con avemarías ajenas. Los que tienen que correr con los costos o
sea los jóvenes y sus familias muchas veces encuentran más beneficioso buscar
ayuda para lograr conseguir que los exoneren o que les toque un sitio
aceptable. Para los privilegiados es más conveniente aceptar la institución y
lograr hacer valer sus influencias que oponerse a algo que responde a tan
nobles propósitos.
Si los proponentes
tuvieran que defender sus ideas en un curso elemental de economía serían
rajados por profesores tan distanciados ideológicamente como Galbraith y
Friedman. si trataran de defender sus ideas como algo que fuera necesario
implantar en un país como Colombia, también serían suspendidos pues de los
países de Latino América Colombia se ha distinguido como aquel en el que las
organizaciones voluntarias tienen una mayor preponderancia.
Los colombianos
participamos en multitud de actividades sin ánimo de lucro. Desde el colegio
estamos acostumbrados a participar en los Scouts, la congregación mariana, la
banda de guerra, los equipos de fútbol, las academias literarias, etc. Nuestras
madres han colaborado en bazares para la construcción de las iglesias. Las señoras de los funcionarios públicos y las
damas de sociedad participan en obras de caridad. Numerosos padres y madres de
familia participan en las juntas directivas de las asociaciones respectivas en
muchos colegios.
El esfuerzo de tantos
voluntarios no aparece registrado en la contabilidad nacional pues por regla
general estos voluntarios no reciben una remuneración por su trabajo. Sin
embargo la magnitud de este esfuerzo puede ser considerable. En los Estados
Unidos, según Peter Drucker, uno de cada dos adultos o sea un total de ochenta
millones de personas trabaja como voluntaria. Si a estos voluntarios se pagara
el salario mínimo recibirían 150 miles de millones de dólares, aproximadamente
el 5 por ciento del PIB de los Estados Unidos.
Según Drucker, la
importancia de las organizaciones sin ánimo de lucro va más allá de lo que
indican las cifras anteriores. Las organizaciones de voluntarios que han tenido
éxito se han destacado por su devoción a la administración y se han mostrado
más preocupados que los mismos negocios por cuidar sus recursos monetarios. Los
negocios, según Drucker, deben aprender de las organizaciones sin ánimo de
lucro que deben comenzar definiendo su misión aún antes de fijar las
recompensas a sus ejecutivos. Las organizaciones sin ánimo de lucro muchas
veces tienen algo que es muy escaso en los negocios. Una junta directiva que
funcione. Los ejemplos analizados por Drucker muestran que para hacer una junta
efectiva antes de hablar de sus funciones es necesario organizar su trabajo.
La transformación continuada
del voluntario de un amater a un profesional entrenado un funcionario que no
cobra sueldo es el desarrollo más importante del sector sin ánimo de lucro.
Para motivar a estos trabajadores es muy importante en primer lugar asegurarles
que la organización tenga una misión clara, algo que oriente todo lo que la
organización haga. Lo segundo que necesitan estos trabajadores es
entrenamiento, entrenamiento y más entrenamiento. Y finalmente responsabilidad.
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