Bogotá
tiene en estos momentos un sistema sui generis para la revisión de los
vehículos. Como muchas de las cosas que se hacen en el país, la revisión de los
vehículos es una mala adaptación de lo que funciona eficientemente en los
países avanzados.
La Administración del
Distrito ha dado muestras de estar interesada en resolver el problema del
tránsito vehicular. El Alcalde y su Secretario han realizado inspecciones sobre
el terreno tratando de dar solución a los problemas de transporte. Además de
las buenas intenciones, en este momento, la Administración cuenta con un
instrumento importante para mejorar el transporte pues ha sido investida por el
Concejo con autorización para el establecimiento de la Autoridad Unica de
Transporte.
La puesta en marcha de
esta Autoridad Unica es de vital importancia para terminar de una vez por todas
con la falta de coordinación entre las diferentes agencias del estado,
encargadas de actividades que tienen que ver con el transporte. Ante la
ausencia de una unidad de criterio, no solo cada entidad del Distrito actúa por
su cuenta, sino que otras entidades del gobierno y hasta los mismos
particulares toman decisiones de tráfico.
Ante los problemas de
seguridad, los dueños de los edificios como el famoso «perro del
hortelano» que ni come ni deja comer, se las ingenian para impedir el
parqueo de los vehículos frente a sus edificaciones y al mismo tiempo reducir
la capacidad vial. Las calles de Bogotá están hoy llenas de canecas, cadenas,
vallas y otros adminículos que al impedir el parqueo de los vehículos reducen
la capacidad vial. Los retenes móviles si bien tienen una finalidad muy
plausible, al mismo tiempo, están impidiendo la circulación fluida de los
vehículos.
Los encargados del
transporte preocupados por la magnitud del problema, a veces no logran tener
tiempo para los solucionar problemas que agobian a los sufridos Bogotanos.
Bogotá tiene en estos momentos un sistema sui generis para la revisión de los
vehículos. Como muchas de las cosas que se hacen en el país, la revisión de los
vehículos es una mala adaptación de lo que funciona eficientemente en los
países avanzados.
En primer lugar, la
revisión de los vehículos en Bogotá se ha tomado como un instrumento para hacer
que los Bogotanos paguen sus elevadísimos impuestos. En Estados Unidos en los
sitios en donde existe la revisión el pago de los impuestos está claramente
separado del cumplimiento de la obligación de la revisión. En el Distrito, por
el contrario, se ha puesto como requisito para efectuar la revisión el estar a
paz y salvo con la tesorería, con el DATT y tener vigente el famoso seguro
obligatorio. El pretender hacer cumplir todos sus mandamientos para poder
contar con el renombrado certificado de movilización, está produciendo un
efecto similar al que tendría que para asistir a misa todos los domingos en
cumplimiento de uno de los preceptos católicos, uno tuviera que haber cumplido
con todos los otros como el olvidado de pagar diezmos y primicias.
En segundo lugar, el
limitar a dos sitios los lugares donde se puede hacer la revisión impone no
solo innecesarias demoras, sino que da lugar a absurdos. En Bogotá debe ser la
única parte del mundo en donde se requiere revisar un vehículo cero kilómetros
recién salido del distribuidor. Es de suponer que los fabricantes están
produciendo un vehículo que cumple con todas las especificaciones y que ofrece
todas las garantías a la sociedad. Si las autoridades Distritales tienen alguna
duda, deberían hacer una revisión por muestreo a las ensambladoras. Más aún los
propietarios que hacen revisiones a sus vehículos para asegurarse que estén
funcionando adecuadamente después de haber gastado varios miles de pesos,
tienen que ir a hacer cola a las dependencias del Distrito para que les pongan
una calcomanía que diga que su vehículo ha quedado bien arreglado.
Lo más paradójico en
estos momentos, es que el propietario que ha cancelado una buena suma de
impuestos al Distrito y cuenta con su seguro obligatorio y no comete
infracciones de tránsito, no puede cumplir con esta absurda obligación de
revisar su vehículo en buenas condiciones. Como se ha publicado en los
periódicos, la revisión de los vehículos modelo 81 en adelante se encuentra
suspendida y únicamente se reinicia el primero de agosto. El no poder cumplir
con la revisión, le está costando por cada mes a los propietarios varios
salarios mínimos que van a tener que pagar a la administración, a pesar de que es
debido a las decisiones tomadas por las autoridades por lo que no se ha podido
hacer una revisión desde el primero de junio. Al comienzo, por que no existían
las calcomanías en las servitecas y después, por que es físicamente imposible
atender a todos los propietarios de los vehículos en las dependencias
oficiales.
Finalmente, la
necesidad de implantar en Colombia una revisión obligatoria no es nada clara.
Como le puede constar a quien haya vivido por algún tiempo en los Estados
Unidos, los vehículos tienden a mantenerse en mejores condiciones en Colombia
que en los Estados Unidos. Como se explica en las primeras clases de economía,
los consumidores tienden a conservar los recursos caros y a utilizar más
intensivamente los recursos más baratos. Los carros en Colombia en términos de
horas de trabajo son veinte veces más caros que en los Estados Unidos. Los
propietarios colombianos tienen pues un incentivo mucho más grande que los
americanos, para conservar sus vehículos en buen estado. Más aún, los servicios
de taller intensivos en mano de obra, son varias veces más baratos en Colombia
que en los Estados Unidos. Todo esto hace que los colombianos cuiden más sus
preciados carritos.
Al final de esta
experiencia Kafkiana se preguntará el sufrido dueño del vehículo si lo que se
está logrando no es precisamente lo contrario a lo que se quería. El proceso
como está concebido actualmente, está dificultando la revisión de los vehículos
que realmente necesitan una revisión.
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