De
manera sutil hemos pasado de una situación económica digna de figurar en el
Libro Guinnes de los Récords por lo buena, a una en la que se requiere un
tratamiento de choque para enderezarla.
En los últimos días los
medios se han vuelto a ocupar de temas económicos. Esta vez el debate se ha
planteado en el Congreso de la República y ha tenido que ver con el manejo del
Banco Cafetero y con el reintegro de divisas por parte de la Federación. El
público comienza a tomar conciencia que la situación económica no era muy buena
al comenzar este gobierno pues permanentemente han venido apareciendo problemas
que se habían mantenido ocultos por mucho tiempo.
No solo ha sido
necesario, incrementar el precio de la gasolina, elevar las tarifas del
servicio de energía y presentar al Congreso de la República un paquete grande
de reformas, sino que se han tenido que plantear cambios en una de las
principales instituciones financieras del país.
El enfrentamiento entre
el Gerente y la Junta Directiva del Banco, que desafortunadamente no ha podido
solucionarse, no puede entenderse sino como un claro rechazo al manejo que se
le había venido dando al Banco Cafetero. El deseo de realizar cambios en todas las
Sub‑Gerencias estaría más en consonancia con una toma hostil como las que
ocurren en los Estados Unidos que con un relevo entre gobiernos del mismo
partido político.
De los últimos
acontecimientos se podría pensar que el equipo económico del Gobierno anterior
no tuvo muchos aciertos. Más aún, por los titulares de las publicaciones
gobiernistas se podría pensar que el Gobierno Barco fue muy similar al de Alan
García. De manera sutil hemos pasado de una situación económica digna de
figurar en el Libro Guinnes de los Récords por lo buena, a una en la que se
requiere un tratamiento de choque para enderezarla.
En esta como en muchas
otras oportunidades la verdad parece estar en el justo medio. La situación no
era tan buena como la pintaban los gobiernistas de hace seis meses ni tan mala
como la pintan los gobiernistas de hoy, muchos de ellos también gobiernistas de
ayer. La ausencia de los principales
protagonistas del gobierno pasado, no debe ser motivo para que no se defienda
lo bueno que se hizo durante los últimos años.
El Ministro Alarcón
realizó una gestión que aunque imperfecta merece una calificación aprobatoria.
Si no se pudieron alcanzar las metas propuestas y se falló en el control de la
inflación no fue solo por culpa del Ministro de Hacienda. Las dificultades del
gobierno con los partidos políticos, la falta de liderazgo, los problemas de
orden público no pueden olvidarse al mirar por el espejo retrovisor. El culpar
implícita o explícitamente al Ministro Alarcón de una situación difícil no deja
de tener sus tintes de injusticia.
No debemos olvidar que
el Doctor Alarcón reemplazó como Ministro de Hacienda al Presidente Gaviria y
que gran parte del equipo que colaboró con Alarcón está hoy en día al frente de
la política económica. Las críticas a la gestión económica anterior, quiérase o
no tienen que afectar al partido de gobierno y a los encargados actuales de
conducir la economía del país y no pueden concentrarse en un funcionario que
cumplió sus deberes con responsabilidad.
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