El
contacto con la realidad burocrática es que simplemente la administración
colombiana es mala, en parte, porque no cuenta con sistemas administrativos
eficaces.
El contacto de la gente
con el sector público es a veces muy traumático. Por lo general se siente uno
impotente ante e incapaz de mover las agencias del Estado. Los reclamos ante el
ISS por cobros excesivos parecen no solucionarse nunca. Los huecos permanecen
destapados por períodos largos. El nombre y la dirección en los recibos de los
teléfonos, continuan saliendo a nombre del antiguo propietario a pesar de haber
realizado todos los trámites requeridos.
Dentro de esta serie de
inconvenientes hay momentos en que uno se reconcilia con la burocracia, al fin
sale el arreglo en la facturación del ISS sin tener que haber acudido a los
colegas que están bien colocados. El hueco que se atravesaba todos los días en
nuestro camino a la oficina, aparece tapado gracias a la campaña de un
noticiero de la televisión y volvemos a hacer las vueltas en los teléfonos con
la esperanza que algún día, al fin, el teléfono aparezca a nuestro nombre.
Cualquier ciudadano
pensaría que esto se debe a que al fin se nombró a un buen gerente y que ahora
las cosas si se van a arreglar. Sin embargo, cuando se compara con los logros
en otros países donde la burocracia realmente funciona, sin tener genios que
manejen las empresas, la pregunta que surge es qué se requiere para que esto
suceda. En estos días se podría pensar que lo que nos diferencia de los otros
países es que donde las cosas funcionan mejor es por que tienen una
constitución mejor. Y que el camino a una mejor administración pública es la
constituyente.
El contacto con la
realidad burocrática es que simplemente la administración colombiana es mala,
en parte, porque no cuenta con sistemas administrativos eficaces. Toda la
administración esta concebida para que sea manejada por genios incorruptibles.
El Estado interviene en demasiadas cosas, los funcionarios públicos tienen
poderes discrecionales muy grandes y además no cuentan con los sistemas
administrativos que los soporten. En otras partes, la administración pública
está concebida para que la manejen gentes normales con una capacidad normal,
tienen sistemas establecidos y hacen una efectivo control de gestión. En
Colombia, por el contrario, los sistemas administrativos de la mayoría de los
Institutos y Empresas del Estado dejan mucho que desear y por lo tanto los
buenos resultados dependen de que en un puesto se pueda contar con un genio
motivado y honesto.
Infortunadamente,
cuando aparece este genio y logra mejorar la eficiencia de las empresas,
comienza a sufrir la persecución de los que se benefician de la marcha del
Estado. Los ataques de los políticos y
de los funcionarios incapaces, hacen que muy pronto el funcionario tenga que
dedicar más tiempo a defenderse que a realizar su labor. Si esto no fuera suficiente,
muy pronto se da cuenta que por la errónea creencia que los funcionario
públicos tienen que ganar sueldos inferiores a los 1000 dólares mensuales, su
sueldo no le está rindiendo ni para atender sus necesidades básicas.
El «Nuevo
Estado» que va a surgir de la constituyente debe basarse en una mejor
infraestructura administrativa. Debe buscarse la asesoría de personas y
entidades que permitan diseñar y poner en práctica sistemas mejores y debe
basarse en remuneraciones adecuadas. Además, es necesario limitar la excesiva
injerencia de la clase política en la administración de las empresas públicas.
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