La situación fiscal deficitaria no se compadece con la iniciación de proyectos de gran magnitud. Ni a nivel nacional ni a nivel de las grandes ciudades.
Al final de la semana nos sorprendieron con dos noticias. La primera
fue el nombramiento del Doctor Pardo como Ministro de Defensa y la segunda el
aumento en los impuestos. El nombramiento de un civil en el Ministerio de
Defensa era algo que se sabía iba a llegar pero se ignoraba el momento en que
esto ocurriría. Como se había comentado en esta columna hace un año, los
allegados al Presidente Gaviria habían enviado sus mensajes cifrados sobre la
conveniencia de ejercer un mayor control de tan importante Ministerio.
La importancia de hacer un ajuste fiscal había venido aflorando en los
últimos meses. La Misión del Fondo Monetario Internacional se mostró muy
preocupada con el panorama fiscal. El déficit del sector público encontrado fue
superior al inicialmente contemplado en los planes macroeconómicos del
gobierno.
Los anuncios caribeños sobre el incremento en los impuestos y las
contribuciones a la seguridad social están indicando claramente que la política
económica va a cambiar. Este cambio es bastante explicable con la nueva
organización económica nacida de la nueva constitución. Cuando se crea un banco
central independiente del ejecutivo, este pierde los instrumentos de manejo
monetario y cambiario. La política fiscal se convierte, entonces, en el principal
instrumento de manejo económico.
Todo parece indicar que el gobierno está dispuesto a tomar una serie
de decisiones sobre las finanzas públicas. No solo habrá que considerar nuevos
tributos y aumentos en los ya existentes, sino que será necesario afrontar la
reducción del gasto público. El aumento en la eficiencia del estado tiene que
acompañar la mayor carga fiscal.
La privatización de las empresas del Estado tiene que hacerse muy
rápidamente. Los recursos que entren a las arcas del gobierno son de vital
importancia para cubrir los faltantes del gobierno. Estas decisiones no pueden
esperar. El precio que el sector privado está dispuesto a pagar por las
entidades ineficientes va a ser cada vez menor. Las entidades en problemas
tendrán balances cada vez más malos que harán menos atractivo su privatización.
Por otra parte, el penoso proceso de ajuste va a influir negativamente en las
finanzas del sector privado.
La situación fiscal deficitaria no se compadece con la iniciación de
proyectos de gran magnitud. Ni a nivel nacional ni a nivel de las grandes
ciudades. Obras como el Metro de Bogotá deben dejarse para épocas mejores. El
gobierno Distrital, que prometió tomar una decisión sobre este proyecto en
pocos meses, debería reconocer que no estamos para hacer este tipo de
obra.
El Metro aumenta el gasto del gobierno por encima de cualquier meta
razonable. La financiación del Metro con sobretasas a la gasolina, cuando el
gobierno nacional va a incrementar considerablemente sus tributos puede ser la
chispa que desate la revuelta de nuestro sufrido ciudadano.
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