Si para el Director de
Impuestos lo importante es establecer un control sobre el contribuyente, para
el economista lo importante es saber quien se ve afectado en definitiva por el
impuesto.
Los economistas tienden
a enfocar el tema tributario desde un punto de vista muy diferente al del
encargado de recolectar los impuestos. Para el economista lo más importante de
un tributo es el impacto que causa en la economía y no tanto el monto del
recaudo; para el alcabalero, por el contrario, es el monto recaudado y lo de
menos es el efecto que puede tener este impuesto en el comportamiento del
sufrido contribuyente.
Si para el Director de
Impuestos Julio Roberto Piza lo importante es establecer un control sobre el contribuyente, para
el economista lo importante es saber quien se ve afectado en definitiva por el
impuesto. Un ejemplo de actualidad puede ilustrar la diferencia de enfoques. El
Impuesto al Valor Agregado se considera como un impuesto a las ventas y, por lo
tanto, se supone que el que debe pagarlo es el comprador. Los proveedores de
bienes y servicios actúan únicamente como unos recaudadores ad-honorem que
cobran el IVA y que, después de descontar lo que ellos han pagado, deben
consignar lo recaudado cada dos meses en un Banco.
Para el economista la
cosa no es tan sencilla. En algunos casos en los que los consumidores tienen
alternativas no gravadas, quien finalmente paga es el productor, pues para
conservar los clientes debe disminuir el precio que cobra. En el caso más
general, la carga tributaria se divide entre el productor y el consumidor y por
lo tanto los nuevos tributos no afectan sólo a los consumidores.
Si analizamos lo
ocurrido en la discusión de la reforma, en la que los mayores opositores a los
aumentos del IVA fueron los gremios económicos, es posible concluir que la
realidad se asemeja bastante al punto de vista de los economistas. Sin embargo,
este mejor conocimiento del efecto de los impuestos, no se tradujo en una
oposición a la extensión del IVA a sus servicios profesionales. Fueron mucho
más hábiles los médicos y odontólogos que lograron mantener sus honorarios por
fuera del alcance de la nueva reforma tributaria.
A partir del primero de
julio los economistas van a tener que sufrir en carne propia la extensión del
IVA a los servicios profesionales. No solo verán disminuidos los ingresos de
sus empresas por efecto del nuevo tributo, sino que además tendrán que cargar
con el peso administrativo del manejo del IVA.
Este contacto directo
de los economistas con los burócratas que manejan el IVA, va servir para que se
pueda apreciar el calvario que tienen que padecer los comerciantes e
industriales cada dos meses. El impacto en las compañías que entran a recaudar
el IVA ha sido bastante dramático, pues el Director de Impuestos valiéndose de
viejos trucos burocráticos está tratando de poner a funcionar la extensión del IVA
a partir del primero de julio.
El Gobierno pretende
que el público tenga una capacidad que envidiaría el mismo Superman, de poder
leer algo antes de su publicación. Solo un burócrata de tiempo completo, puede
pensar que un cambio tan importante como la extensión del IVA pueda comenzar a
ejecutarse al día siguiente de la «publicación» de la Ley.
El impacto de este
cambio puede llegar a ser muy grande. Algunos profesionales están pensando en
este momento en cerrar las firmas y trabajar como profesionales independientes
pues encuentran que como firma no van a poder competir con otros colegas que
por actuar como individuos no requieren cobrar el IVA.
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