La disminución brusca
del encaje tiene serios problemas y lo que se requiere es hacer un ajuste
gradual en el que se minimice su impacto monetario.
Hace poco con ocasión
de la reunión de la Asociación Bancaria se estuvo debatiendo la posibilidad de
reducir el encaje bancario. Los miembros de la Asociación alegaban con mucha
justicia que les era muy difícil competir con los bancos extranjeros cuando se
les obligaba a tener congelado gran parte de los recursos mientras que en el
extranjero los requerimientos de reserva bancaria eran muy inferiores. En
Colombia los bancos deben depositar en el Banco de la República casi la mitad
de los recursos que captan en cuentas corrientes mientras que en los países
industrializados solamente se requiere depositar el 10 por ciento de los
recursos en el Banco Central.
Los altos encajes
colombianos ponen en desventaja a los Bancos colombianos porque estos tienen
que operar con márgenes más elevados que sus contrapartes de los países
industrializados. Adicionalmente, los altos márgenes de intermediación
dificultan el control monetario. El Banco de la República no solo debe mantener
un equilibrio entre la rentabilidad de los depósitos en Colombia y en el
exterior sino que además tiene que mantener una igualdad entre el costo del
crédito en Colombia y en el exterior. Cuando los márgenes de intermediación de
Colombia son más altos en Colombia que en el exterior no es posible lograr
simultáneamente equilibrio para los depósitos y para los créditos y por lo
tanto el Banco de la República se ve enfrentado a un cruel dilema.
Aunque una reducción
del encaje puede ser conveniente tanto a los bancos como a la Autoridad
monetaria ya que los intermediarios financieros pueden obtener una mayor
rentabilidad y el Banco de la República puede lograr un mayor control monetario
los beneficios netos de la medida no son igualmente atractivos para ambos. El
Banco Central colombiano en las circunstancias actuales no puede permitir un
crecimiento muy alto en los medios de pago si quiere mantener un control sobre
la inflación y por lo tanto debería tomar medidas que contrarresten el efecto
expansionario de la reducción del encaje.
La disminución brusca
del encaje tiene, entonces, serios problemas y por lo tanto lo que se requiere
es hacer un ajuste gradual en el que se minimice su impacto monetario. La mejor
manera de hacer un ajuste gradual es hacer una distinción entre el encaje sobre
los depósitos ya existentes y los que ocurran posteriormente. El encaje sobre
los depósitos ya existentes debe mantenerse en su nivel actual y el encaje en
los nuevos depósitos debe reducirse a niveles cercanos al 10 por ciento. Aunque
en el papel esta medida puede parecer un poco artificial y difícil de aplicar,
en la práctica no es muy complicada. Cuando la Autoridad Monetaria ha creído
conveniente realizar un control drástico de los medios de pago ha apelado a
poner en funcionamiento un mecanismo en el que hay dos tipos de encajes uno
para los depósitos existentes y otro más alto para los nuevos depósitos.
La medida propuesta no
tiene por qué ser definitiva. Con el tiempo y a medida que los nuevos recursos
vayan creciendo comparados con los ya existentes los encajes se pueden unificar
sin crear graves problemas monetarios. La medida propuesta de imponer un encaje
bajo únicamente sobre las nuevas captaciones puede llevarnos de manera gradual
hacia lo que queremos un sector financiero que pueda competir con el resto del
mundo.
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