El método de ensayo y
error, con un alto componente de error, debería terminar de inmediato.
El Alcalde Castro y su
Secretario de Tránsito y Transportes Carlos Augusto Trujillo han emprendido una campaña para mejorar el
tráfico vehicular en el Distrito. Con muy buena intención han venido probando
la utilización de uno de los carriles de la calzada oriental de la carrera
séptima para acomodar el tráfico que en las horas de la mañana se moviliza en
dirección norte-sur. Como a mí y a muchos otros expertos en transporte nunca se
nos hubiera ocurrido una medida tan audaz, decidí hacer una inspección de lo
que estaba ocurriendo antes de escribir esta columna.
De mi visita llegue a
la conclusión que los carriles en contraflujo como los que se han ensayado en
la carrera séptima son una magnífica solución para un problema de carácter
netamente temporal. Uno los ve en operación en los Estados Unidos cuando se
están haciendo reparaciones en las autopistas. Para compensar la disminución de
la capacidad en una calzada se hacen este tipo de operativos con conos, señales
y policías que permiten separar temporalmente los flujos de vehículos que
operan en dos sentidos sobre una misma calzada.
La utilización de una
medida de este tipo en una ciudad cuando existen dos calzadas separadas no
parece muy sensata. En efecto, es bien sabido que la capacidad de un carril
único es mucho menor que el aumento de la capacidad de un carril adicional. Por
tanto la capacidad que se agrega en dirección norte sur es muy inferior a la
que se resta al tráfico en la dirección sur norte. Por tanto para mejorar a
unos hay que causar un perjuicio mucho mayor a los que utilizan la vía en
sentido contrario.
La economía del
bienestar nos ha enseñado que un cambio en la política es deseable, sin lugar a
dudas, cuando se puede mejorar a alguien sin perjudicar a otros. Esto que
técnicamente se denomina como una mejora en el sentido de Pareto, obviamente no
se cumple pues como ya se dijo la mejora a los que viven en el norte se logra
perjudicando a los que viven en el sur. Cuando no se cumple esta condición de
Pareto se debe buscar que por lo menos los beneficios del cambio en la política
sean superiores a los costos, con la idea de que los que ganan puedan compensar
a los que pierden. Como ya se dijo esta condición es difícil de lograrse en el
caso que nos ocupa por cuanto la capacidad que se está agregando es muy
inferior a la que se está quitando.
Cuando se consideran
los efectos a nivel de sistema y no solo lo que ocurre en la carrera séptima se
observa que los problemas causados por el contraflujo son bastante mayores. En
efecto para evitar el colapso en el punto final del contraflujo, las
autoridades han tenido que tomar una serie de medidas que están volviendo locos
a los sufridos contribuyentes bogotanos. Con el fin de evitar el cruce a la
izquierda de los vehículos que vienen por la séptima desde el sur y quieren
tomar la Avenida Chile hacia el occidente, el Secretario de Transito sin
consultar a nadie decidió obligar a los buses a hacer el giro a la izquierda en
la calle 67. Además, cerró al tráfico vehicular la calle 71 entre la quinta y
la séptima obligando a utilizar la calle 70 para seguir al occidente.
La consecuencia obvia
de esta medida es que el número de afectados negativamente por la luminosa idea
de nuestras autoridades aumentó considerablemente. Los conductores de vehículos
tienen que hacer cambios en sus rutas y los propietarios de viviendas en esas
zonas han sufrido una desvalorización de sus propiedades.
Pero si no fuera alto
el número de perjudicados mencionados anteriormente, es necesario contar a los
peatones que ahora tienen cada día una misión imposible en cruzar la carrera
séptima y en especial en el estratégico cruce de la séptima con la 72. Los
padres de familia no pueden dormir tranquilos desde el momento en que el
Secretario de Transito desvío el tráfico de ejecutivos y busetas por una zona
en la que a esa hora sus hijos están llegando a sus clases.
Este método de ensayo y
error, con un alto componente de error, debe parar antes de que ocurran
problemas que lamentar. El caos vehicular en una área tan importante será
monumental cuando entren los colegios de calendarios B y C. Como todos sabemos
cuando esto sucede, el flujo de buses por la séptima se incrementa de manera
considerable, lo que va a llevar a un fracaso de grandes proporciones.
Reconozcamos a tiempo los errores y pensemos en una solución definitiva para el
transporte en Bogotá.
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