La academia sueca ha
reconocido la monumental labor de dos historiadores económicos norteamericanos.
La Academia sueca
distinguió con el Premio Nobel a dos destacados economistas americanos. Douglass North y William Fogel ganaron el codiciado galardón por sus importantes
trabajos en el campo de la historia económica. Los trabajos de los dos
profesores americanos se ha distinguido por la utilización de los métodos
matemáticos y estadísticos en el estudio de la historia.
La nueva historia
económica cuyos representantes más importantes son los ilustres ganadores del
Nobel 1993 ha sido objeto de notables controversias. Aunque muchos historiadores
económicos se han mostrado bastante escépticos sobre la utilidad de los métodos
matemáticos en la historia, hoy en día la importancia de estas técnicas ha sido
reconocida universalmente.
El debate sobre la
relevancia de utilizar las técnicas matemáticas y estadísticas también se dió
en nuestro país. En efecto, los historiadores económicos tradicionales tuvieron
un fuerte debate a finales de los setenta con William McGrevey, tal vez el más
caracterizado exponente de la utilización de las técnicas cuantitativas al caso
colombiano.
Los debates entre los
partidarios y opositores de la nueva historia económica, fuera de tener
importantes aspectos metodológicos muchas veces tuvieron también una clara
connotación ideológica. Para muchos los hallazgos de los cliometristas
resultaron bastante reaccionarios en parte porque aportaban nuevos elementos de
juicio sobre problemas que se habían decidido más con el corazón que con el
cerebro.
El trabajo del Profesor
Fogel, Tiempo en la Cruz o el análisis económico de la esclavitud negra
de los Estados Unidos, escrito con Stanley L. Engerman, es un ejemplo de lo
anterior. Hasta antes de Fogel, se suponía que la institución de la esclavitud
había desaparecido porque ya no era eficiente y no cumplía con su función económica.
Los descubrimientos de Fogel fueron sorprendentes. En su libro el Profesor
Fogel muestra diez de las principales correcciones sobre la caracterización de
la economía esclava de los Estados Unidos.
Para ilustración de
nuestros lectores y como una muestra de los temas tratados reproduciremos las
primeras cinco. La primera corrección mencionada en el libro de Fogel y
Engerman no que no debería sorprender a ningún economista es que la esclavitud
no era un sistema sostenido irracionalmente por los dueños de las plantaciones
que dejaban de percibir a sus mejores intereses económicos. La segunda
corrección señalaba que el sistema esclavista no se encontraba moribundo al
comenzar la guerra civil americana. En tercer lugar se mostraba que los dueños
de los esclavos no estaban preocupados por el futuro de su sistema en la década
que precedió a la guerra civil. La cuarta corrección que se destaca en el libro
es que la agricultura esclavista no era menos eficiente que la agricultura que
utilizaba trabajadores no esclavos. En quinto lugar se muestra que el esclavo
típico no era perezoso, inepto ni improductivo. En promedio era más camellador
y eficiente que su contraparte de color blanco.
Al revisar nuevamente
el libro de Fogel y Engerman no puede uno menos de maravillarse ante el trabajo
monumental de los nuevos historiadores económicos. Ojalá esta distinción
inspire a los economistas colombianos a escudriñar nuestro pasado.
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