La experiencia de los
últimos años debe enseñarnos a aceptar que las enseñanzas del Profesor Phillips
deben archivarse en el baúl de los recuerdos y que el costo de una política de
estabilización no puede calcularse de una manera fácil.
Los asesores del
candidato presidencial por el partido liberal han sacado de sus empolvados
anaqueles argumentos que fueron descartados hace más de veinte años. Las altas
tasas de inflación vuelven a justificarse como la consecuencia inevitable de
las políticas necesarias para mantener la economía en altos niveles de empleo.
Con una falsa precisión para impresionar al público televidente, la reducción
de la inflación a niveles de un dígito se calcula en medio millón de nuevos
desempleados.
La nostalgia por épocas
en que los Beatles deslumbraban al mundo con sus canciones pareciera estar
detrás de este redescubrimiento de la fallecida Curva de Phillips. Los libros
de texto contemporáneos del Sargent’s Pepper Lonely Hearts Club Band traían el
famoso diagrama del Profesor Phillips en el que la tasa de inflación variaba
inversamente con la tasa de inflación y que por lo tanto permitía concluir que
la reducción de la inflación estaba asociada con un aumento permanente en la
tasa de desempleo.
Sin embargo, este dogma
de finales de los sesenta no resistió el paso de los años. Las dos crisis del
petróleo ocurridas en los años setenta acabaron con las relaciones estables
entre las tasas de inflación y desempleo. La historia económica de los setenta
mostró un comportamiento enteramente diferente. Los países con las menores
tasas de inflación lograron los mejores índices en el campo del empleo. El
Japón mostró resultados positivos en el campo del empleo y el crecimiento
económico. Los países que siguieron la propuesta de acomodar la inflación
terminaron con sus economías en total desequilibrio. El no enfrentar a tiempo
el ajuste requerido no solo no tuvo efectos permanentes en el empleo sino que
contribuyó en buena parte a magnificar el problema de la deuda externa.
Como si no fuera
suficiente el ataque propinado por las dos crisis del petróleo, la famosa Curva
de Phillips tuvo que resistir el ataque de los profesores Friedman y Phelps que
demostraron que desde el punto de vista teórico no podría existir una relación
estable entre la inflación y el desempleo. Estos dos distinguidos académicos
lograron convencer a la profesión de que cualquier relación empírica entre
inflación y desempleo necesariamente tendría que ser de carácter transitorio.
El entierro de la curva
de Phillips y la aceptación de la posibilidad de tener diferentes tasas de
inflación para un mismo nivel de desempleo abrió paso a interesantes debates
sobre el verdadero costo de una reducción de la inflación. Para los discípulos
de Keynes la reducción de la inflación por medio de políticas restrictivas
venía acompañada de aumentos transitorios en las tasas de desempleo, mientras
que para los economistas de Chicago y del FMI la disminución de la inflación
podría lograrse sin costos elevados si se lograba diseñar una política que
fuera creíble y que influyera en las expectativas de inflación de los agentes
económicos.
La controversia
académica pronto se tradujo en definición de políticas de estabilización. Los
países ensayaron las diversas recomendaciones con diferente éxito. Algunos
lograron bajar la inflación a costa de una desaceleración temporal del
crecimiento de la economía y un aumento de las tasas de desempleo. Otras
experiencias resultaron frustrantes. Los planes heterodoxos como el Cruzado en
Brasil y el Austral en Argentina resultaron desastrosos, pues no solo no
controlaron la inflación, sino que dieron lugar a fuertes desequilibrios.
Algunos como el plan de estabilización diseñado por Domingo Cavallo para
Argentina y el de Bolivia elaborado con la asesoría de Jeffrey Sachs, lograron
lo imposible. Disminuir la inflación sin aumentar el desempleo.
La experiencia de los
últimos años debe enseñarnos a aceptar que las enseñanzas del Profesor Phillips
deben archivarse en el baúl de los recuerdos y que el costo de una política de
estabilización no puede calcularse de una manera fácil. El ponerle costos a
esta política en términos de empleo apelando a conceptos totalmente revaluados
no es la mejor manera de discutir temas tan importantes como la estabilización
de la economía colombiana.
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