El confiar en la ley de
un solo precio para lograr una reducción en el ritmo de inflación es bastante
peligroso y la cura puede llegar a ser más grave que la enfermedad.
Uno de las
consecuencias importantes de la pérdida que sufre nuestra unidad monetaria es
la necesidad de introducir monedas y billetes de denominaciones cada vez más
altas. Las monedas de cinco pesos son reemplazadas por las de cincuenta y
posteriormente por las de quinientos. Los billetes de veinte pesos son
desplazados por los de doscientos, luego por los de dos mil y finalmente por
los de veinte mil. El anuncio reciente del Banco de la República de poner en
circulación billetes de veinte mil pesos es, ni más ni menos, el reconocimiento
de que las políticas de control de la inflación no han sido muy exitosas.
Los perjuicios causados
por la inflación no solo se observa en la necesidad de emitir nuevos billetes
sino también en los estados financieros de los negocios. El cierre anual de los
balances de las empresas muestran que al hacer los ajustes integrales por
inflación es necesario ahora pagar impuestos sobre las ganancias de papel. La
carga tributaria de la mayoría de las empresas se ve aumentada gracias a esta
figura puesta en práctica durante esta administración. Lo más triste de esto es
que el pobre empresario tiene que «invertir» fuertes sumas de dinero
para enviar a sus funcionarios a tomar los últimos cursos sobre la materia pues
cada año el gobierno cambia las reglas de juego. La consecuencia de todo esto
es que tal como lo afirman, con cierta sorna dos Ex-Directores de Impuestos,
1994 va a ser un buen año para los asesores tributarios. El gobierno colombiano
ha encontrado, entonces, maneras de cohabitar con la inflación. Nos vende
papelitos cada vez más caros y nos cobra impuestos sobre las ganancias de
papel.
El control real de la
inflación en países como Bolivia y Argentina nos debe mostrar que si se puede
bajar la inflación y que no es necesario esperar hasta el siglo XXI para poder
llegar a unas cifras similares a la de los países avanzados. El análisis de las
experiencias en otros países, así como lo acontecido en el pasado reciente debe
servir para diseñar políticas que no solo reduzcan la inflación sino que
permitan un sano crecimiento.
El principal problema
que se debe evitar es el de la revaluación del peso, pues no solo debemos
aspirar que los precios no suban sino que queden en un nivel que le permita a
Colombia competir en los mercados internacionales. El utilizar la disminución
en el ritmo de devaluación como el instrumento para reducir la inflación es
bastante peligroso.
Los argumentos teóricos
a favor de la utilización de la tasa de cambio son bastante sencillos de
entender. En una economía pequeña abierta a la competencia internacional los
precios de los productos que entran en el comercio internacional están
determinados por los precios en el exterior y por la tasa de cambio. Por tanto,
mientras no exista la devaluación estos precios en Colombia deben subir al
mismo ritmo que en sus países de origen. Este hecho tan obvio conocido en la
literatura como la Ley de un solo precio ha sido enfatizado por algunos
economistas de la escuela de Chicago y ha sido corroborado por la experiencia.
Las cifras muestran claramente que desde que se
realizó la apertura comercial en colombia el precio de los artículos
importados han crecido a ritmos muy similares a la devaluación nominal del
peso.
Sin embargo, el
problema básico en estas circunstancias es el comportamiento de los precios de
los artículos que no entran en el comercio internacional. Estos precios tienden
a tener su propia inercia lo que hace que el nivel general de precios no siga
la misma trayectoria que la tasa de cambio. La consecuencia obvia de esto es la
revaluación real del peso y la pérdida de competitividad de Colombia frente al
resto del mundo.
Aunque es posible,
desde el punto de vista teórico llegar a ritmos menores de inflación mediante
este tipo de políticas el costo que se tiene que pagar es muy alto. Para que
los precios de los bienes que no entran en el comercio internacional vuelvan a
su nivel competitivo es necesario pasar por una recesión y los salarios reales
tienen que disminuir.
La conclusión de este
análisis teórico es evidente. El confiar en la ley de un solo precio para
lograr una reducción en el ritmo de inflación es bastante peligroso y la cura
puede llegar a ser más grave que la enfermedad. Necesitamos formular medicinas
que no produzcan efectos secundarios tan peligrosos.
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