La experiencia
colombiana ha mostrado que la limitación al flujo de capitales es muy difícil
de hacer cumplir.
En los últimos días
Colombia y el Japón han experimentado una revaluación de su moneda frente al
dólar americano. La revaluación japonesa se ha originado en un sector
exportador altamente competitivo que ante las limitaciones impuestas a las
importaciones americanas, ha generado un exceso de divisas. La revaluación
colombiana, por el contrario, se ha dado en buena parte por una entrada masiva
de dólares a través de la cuenta de capital y una situación de déficit en la
cuenta corriente de la balanza de pagos.
Aunque la teoría
muestra que en el largo plazo el mercado cambiario llega a un nuevo equilibrio
las autoridades tienden a intervenir con el fin de llegar a una posición más
favorable. Los países con sectores exportadores fuertes buscan reducir el
impacto en la pérdida de competitividad
con el tiempo mientras que los países a los que llegan los capitales
golondrinas en busca de tasas de interés más altos tratan de reducir el impacto
de la entrada de estos capitales antes de que la capacidad de endeudamiento del
país llegue a su límite.
Las políticas para
contrarrestar los efectos de una revaluación de la moneda son muy distintas
dependiendo de si el desequilibrio se da en el sector real o si se debe a un
desequilibrio en las tasas de interés. Mientras que un país como Japón ha
encontrado que el aumento de la productividad del sector exportador, el
movimiento de la producción industrial hacia otros países y una política fiscal
austera son los elementos de la mejor política para enfrentarse a una moneda
fuerte causada por un superávit comercial, los países como Colombia que se
enfrentan a desequilibrios importantes en el mercado de capitales han
encontrado necesario corregir estos desequilibrios igualando la rentabilidad
externa e interna.
Mientras que persistan
grandes desequilibrios entre la rentabilidad interna y externa es muy poco lo
que se puede hacer. Para nadie es un secreto que la rentabilidad de colocar los
excedentes de liquidez en Colombia es mucho más alta que en los Estados Unidos.
Un dólar puesto en Miami está rentando, en pesos, apenas el tres por ciento
mientras que en Colombia la rentabilidad es cercana al treinta por ciento.
Tampoco es un secreto que es mejor endeudarse en el exterior que en Colombia.
Mientras que el costo de un crédito obtenido en Miami puede ser del ocho por
ciento en Bogotá el costo es de por lo menos un cuarenta por ciento.
La experiencia
colombiana ha mostrado que la limitación al flujo de capitales es muy difícil
de hacer cumplir. Ante diferencias tan altas los colombianos, como los
venezolanos y los de otras nacionalidades han encontrado siempre maneras de
evadir estos controles. Lo que se requiere entonces es encontrar políticas que
ataquen las causas de los problemas y que no se dirijan a calmar los síntomas
de los problemas.
Mientras no se tomen los
correctivos verdaderos, es muy probable que las medidas anunciadas la semana
pasada no logren cumplir con el objetivo de evitar una revaluación del peso.
Por el contrario, en la medida en que los agentes económicos encuentren poco
creíble la política económica puede suceder que aceleren la entrada de
capitales y que por lo tanto se aumenten las expectativas de una revaluación
más alta. Las prohibiciones lo que harán en buena parte será limitar el número
de agentes que están dispuestos a especular a favor del peso.
Si bien las
consecuencias de jugar a la revaluación del peso pueden parecer bastante
favorables en este momento, no debemos olvidar que en el largo plazo es muy
probable que el país se vea abocado a una devaluación para poder mantener
competencia en el sector externo. Esta aceleración de la devaluación puede
tomar desprevenido a aquellos que aprovecharon esta ocasión para aumentar su
endeudamiento en dólares. Esperemos que las Empresas de Servicios Públicos no
repitan su experiencia de los años ochenta y no los coja de sorpresa el ajuste
cambiario de finales de los noventas.
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