La presencia de nuestros profesionales en el exterior señala un filón importante de nuestras divisas en la
que Colombia podría utilizar las cuantiosas inversiones realizadas en el pasado en la formación profesional
Las nuevas teorías del desarrollo destacan la importancia de contar con trabajadores altamente capacitados. Colombia, afortunadamente. cuenta con un grupo de profesionales altamente calificados que está buscando oportunidades de trabajo en el resto del mundo. En los vuelos a Venezuela, Ecuador y Perú se nota la presencia de una serie de profesionales que se desplazan a los países vecinos a prestar sus servicios. Para un observador optimista la presencia de nuestros profesionales en el exterior señala un filón importante de nuevas divisas en la que Colombia podría utilizar las cuantiosas inversiones realizadas en el pasado en la formación profesional.
Sin embargo, este dinamismo que se .observa en el flujo de viajeros internacionales no se refleja en las cifras del comercio internacional. Las exportaciones, castigadas por la revaluación del peso originadas en las altas tasas de interés y el excesivo gasto del gobierno muestran un estancamiento preocupante. Unas exportaciones estancadas unidas a una importaciones que crecen aceleradamente son, sin lugar a dudas, la causa de un déficit comercial del país que ha llegado a niveles insostenibles.
Al tratar de indagar por qué la exportación de servicios no se ha traducido en un renglón importante de exportación surgen algunas pistas importantes.
En primer lugar, los profesionales colombiano,, a pesar de sus habilidades tienden a ser discriminados. El pasaporte colombiano sigue siendo un obstáculo grande. Los colombianos que viajan con cierta frecuencia son objeto de sospechas por las autoridades de migración. En los países en que se requiere la visa, [as autoridades son severas con los colombianos y especialmente si por razones de trabajo tiene que pasar por Honduras, Perú o Bolivia.
En tercer lugar, algo tan sencillo como hacer pago en moneda extranjera se vuelve una labor de titanes. Pagar la inscripción a una universidad norteamericana o pagar una suscripción a una revista que no admite pagos a través de la tarjeta de crédito requiere hacer una especialización en Comercio Exterior y tomar cursos en el diligenciamiento de una serie de formularios, todos ellos extremadamente complejos. Lo que en un país civilizado se puede hacer con una llamada telefónica, en Colombia requiere los servicios de un mensajero y un profesional durante dos o tres días.
Finalmente y no por ello menos importante, el querer orientarse hacia el exterior se convierte en un mal negocio. El gobierno con el fin de castigar a los malos y prevenir el lavado de dólares ha establecido una retención en la fuente, del diez por ciento a los ingresos por exportaciones de servicios. Esto quiere decir que si un profesional va a vender los dólares recibido,, por los pagos de sus servicios, el banco le paga un diez por ciento menos. En lugar de recibir los ochocientos ochenta pesos que le cobran por los giros al exterior recibe apenas setecientos noventa pesos. El diferencial cambiario se convierte en u impuesto muy alto que unido a la revaluación real del peso tiene como consecuencia la decisión de no exportar servicios y mejor dedicarse a atender el mercado local.
Es tan alto e injusto el impuesto a la exportación de servicios que todo el mundo trata de evadirlo. La manera más sencilla es la de recibir el pago en efectivo y convertir los dólares a peso en las casas de cambio. reduciendo de esta manera el impuesto a cargo del exportador de servicios. Todo el esfuerzo hecho por el país para legalizar las transacciones en dólares como base par una apertura de la economía. se ha venido perdiendo pues en cinco años de apertura no se ha logrado que el colombiano pueda integrarse a la economía mundial. Si realmente queremos integrarnos a la economía mundial debemos permitir a los colombianos honestos que tengan parte de sus activos en dólares y que puedan convertirlos libremente a una moneda de sus preferencias. La lucha contra el lavado de dólares se puede hacer manteniendo unas tasas de cambio uniformes que no discriminen a los exportadores de servicios,
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