Sin lugar a dudas, el nuevo rector de la Universidad de los Andes acierta en poner como uno de los más grandes problemas de la educación la falta de conocimiento de los que dirigen este importante sector.
La posesión de Rudolf Hommes como rector de la Universidad de los Andes se convirtió en uno de los temas de discusión en la semana pasada. Los medios de comunicación han dedicado un amplio espacio al tema y han presentado una serie de entrevistas en las que el ministro de Hacienda de la Administración Gaviria expone sus pensamientos sobre el tema educativo y en las que manda una serie de dardos a sus opositores de ayer y al gobierno de turno.
Sin lugar a dudas, el nuevo rector de la Universidad de los Andes acierta en poner como uno de los grandes problemas de la educación la falta de conocimiento de los que dirigen este importante sector. Al igual a lo que ocurre con el tema del transporte en el que todo el que ha montado en una buseta se considera experto en tan complicado tema, los que se han matriculado en una universidad se consideran con suficiente autoridad para dirigir el sector educativo.
Por otra parte, aquellos que han dedicado su vida a la formación de la juventud, muchas veces, carecen de la visión administrativa de la educación. Las autoridades universitarias carecen de una visión realista de lo que se requiere para mantener la excelencia académica en una sociedad como la colombiana en la que la academia tiene que competir con el sector productivo, el gobierno y las organizaciones multilaterales por el personal altamente calificado.
Las universidades de avanzada piensan que la solución para lograr una magnifica facultad de economía es contratar a alguien de prestigio para que lidere un proceso de cambio. A los decanos de economía de algunas universidades les pasa lo que a los directores técnicos de muchos equipos de fútbol a quienes los dueños de los equipos no les dan los jugadores que solicitan. Al igual que el profesor Maturana, el pobre decano es culpado por los malos resultados de su facultad y es cambiado cada año. También, al igual que en el fútbol, los decanos son contratados por otras facultades para que allá haga el milagro de evitar el descenso.
La falta de realismo en la espera de un Mesías que salve la Universidad ha impedido su progreso continuo. El doctor Hommes, a quien admiro y a quien deseo la mejor de las suertes en su nuevo puesto no puede hacer lo imposible. Las universidades excelentes requieren de un equipo de profesores e investigadores de muy elevadas calificaciones. No sólo es necesario atraer a todos los que han tenido el privilegio de lograr un doctorado en el exterior, es necesario cambiar muchas reglas para que la universidad cambie realmente. Es absurdo que en Colombia todavía se confunda lo que es academia y lo que es ejercicio profesional. Las leyes exigen como requisito para ser decano de una facultad de economía el tener una tarjeta profesional de economista. Los grandes académicos de Estados Unidos o Europa no podrían ser nombrados, legalmente, como decanos de ninguna facultad de economía. Más aún, en Colombia los premios Nobel de Economía no pueden enseñar los cursos de teoría porque no tienen su tarjeta de economista.
La universidad colombiana tiene en estos momentos una gran responsabilidad. El próximo año ingresa a la universidad la primera generación del siglo XXI. Los que se van a graduar en el mítico año 2000 van a comenzar sus estudios en 1996. El doctor Hommes y los otros directivos de las universidades colombianas tienen bajo su responsabilidad el hacer que estos profesionales salgan con las habilidades para enfrentar los problemas del futuro. Este es un esfuerzo en el que todos debemos colaborar y en el que esperamos ver mucho más que personajes de la talla del doctor Hommes. La universidad no se le puede criticar porque atrae al doctor Hommes con un salario que tiene muerto de envidia a más de uno. A la universidad se le debe criticar si no atrae a muchos más como el famoso ex ministro de Hacienda.
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