No han sido buenas las noticias en
el frente económico. La caída de los precios del petróleo fue el detonante de
los problemas. De ahí se derivó el desplome del valor de las compañías
petroleras y carboneras y en general otras productoras de energía.
La baja del precio del petróleo
dio lugar a un aumento en el precio del dólar que ha llevado a hacer más pesada
la carga de la deuda externa del gobierno y ha afectado a los que tomaron
préstamos en dólares ya sea para hacer un viaje al extranjero o para hacer sus
estudios en los Estados Unidos.
El sueño de tener un metro en
Bogotá que parecía se iba a poder realizar se aleja pues el proyecto tiene un
alto componente expresado en dólares y a esos precios tal como ha advertido
Enrique Peñalosa la viabilidad económica y financiera se vuelve casi imposible de lograr.
Como consecuencia del aumento del
precio del dólar y de la subida esperada de las tasas de interés en los Estados
Unidos las tasas de interés tienen una tendencia al alza. Lo cual tendrá un
efecto negativo en la demanda de vivienda y de los bienes durables. Los
importadores de vehículos y las ensambladoras pronto empezarán a sentir el
efecto negativo de la subida del dólar.
Los trabajadores no estarán
exentos de los efectos del aumento del precio del dólar. Pronto se darán cuenta
que una economía globalizada, en el largo plazo, su salario real se mide no en
pesos sino en dólares y que lo que gana el país por incrementos en la
productividad se debe en buena parte a la rebaja del salario real de los
trabajadores colombianos.
El gráfico siguiente ilustra el
comportamiento del salario mínimo medido en dólares, como se ve en este año ha
perdido un 17 por ciento del valor que tenía el primero de enero de 2014.