Tan
pronto como los periódicos informaron de la llegada de la misión del Fondo
Monetario Internacional comenzaron las discusiones de los comentaristas
económicos, cada uno desde su propio punto de vista, sobre el posible impacto
que va a tener dicha mision.
Para
el cínico, son evidentes dos hechos: En primer lugar, que los funcionarios del
Fondo no confían mucho ni en la infraestructura de sistemas de nuestro país ni
en la habilidad de las aerolíneas para transportar el equipaje; de ahí que
trajeron sus microcomputadores como «equipaje de mano». En segundo lugar,
que lo único que se va a lograr es que , al mismo tiempo que escampan un poco
del crudo invierno de Washington, obtienen unos puntos para el plan de
«Viajeros Frecuentes» al que pertenecen todos los funcionarios
internacionales. (Si se tiene en cuenta que los viajeros del FMI se desplazan
en primera clase, el recorrido Washington‑Bogotá‑Washington les representa un
total de 10000 puntos). En el otro extremo estaría el nacionalista furibundo
que piensa que la visita tendría repercusiones catastróficas, pues puede implicar
el primer paso en la pérdida de la soberanía nacional.
Sin
embargo, el verdadero efecto de la misión estaría entre las dos posiciones
extremas: contabilizará unos puntos para los «Viajeros Frecuentes» y
va a generar un cambio en la política económica del Gobierno. Analicemos un
poco lo que hará el equipo del FMI durante la visita.
Actualización
de Cifras.‑
El
objetivo primordial de la visita es preparar el informe sobre la situación
actual de Colombia y, por lo tanto, es una actualización del realizado el año
pasado. En este aspecto es muy poco lo que se va a adelantar. Los cambios no
han sido muy grandes y además, dada la ausencia de cifras trimestrales de
cuentas nacionales, los indicadores mostrarán únicamente aspectos parciales de
la coyuntura económica. El trabajo de la misión en este campo, aunque
dispendioso, no aportará mucho a la solución de los verdaderos problemas. Desde
este punto de vista, la visita no se justificaría pues sería mucho más
eficiente contar con suscripciones a revistas como Guión, (y otras más), que
tratan oportunamente los temas económicos. O aún más simple sería cruzar la
calle 19 en Washington, para hablar con los funcionarios de la División de
Colombia en el Banco Mundial, los cuales, por lo general, se mantienen muy bien
informados de la situación económica colombiana.
Elaboración
de un diagnóstico
Además
de la recopilación de información la misión del Fondo busca analizar las
posibles causas de la situación, aunque para esto es muy probable que no
hubiera tenido que venir a Colombia ni menos traer equipos de computación, pues
probablemente hubiera bastado asistir a la reunión anual de la Asociación de
Economistas Norteamericanos donde se discutieron ampliamente los orígenes de los problemas de
las economías latinoamericanas. Según la posición de un alto funcionario del
Fondo, (que entre paréntesis es el Jefe de la División de los integrantes de la misión), los problemas se
han originado por errores en las políticas de los gobiernos, más que por condiciones externas. De acuerdo
a esta interpretación, que compartimos en parte, las causas de los problemas
colombianos se deben a errores de políticas en el período 1978‑1982 que
condujeron a un alto endeudamiento externo, a un retraso cambiario y a un
déficit fiscal.
Formulación
de recomendaciones
Si
bien las fases de actualización de cifras y de elaboración del diagnóstico algo
van a ganar con la venida de la misión del Fondo probablemente la misión va a
discutir con el gobierno algunas modificaciones en la política económica.
Algunas medidas son tan obvias que no se requiere de un computador para
analizarlas. Por ejemplo, es necesario llegar a la paridad cambiaria lo antes
posible pues de otra manera no solo se perderán las reservas internacionales
sino que se abortará cualquier intento de reactivación al mantenerse las altas
tasas de interés reales. Realmente, no se necesita tener un microcomputador
para sumar a la tasa de interés internacional, el monto de la devaluación y
para restarle la tasa de inflación doméstica. Tampoco se necesita del
computador para comprender que una política de flotación del dólar permitiría
aliviar estos problemas. Si se tiene en cuenta que en este momento el dólar
negro está muy cerca del dólar oficial se podría concluir que la flotación no
tendría los efectos perjudiciales asociados con cambios muy bruscos. Más aún,
una flotación unida a una disminución de las restricciones a las importaciones
permitiría que la asignación de las divisas se hiciera a través del mercado y
no de acuerdo al criterio de los funcionarios del INCOMEX.
Tampoco
se necesita de un computador para darnos cuenta que en una situación como la
actual, se requiere cuidar muy bien las divisas. Es claro que proyectos que
tienen un alto contenido importado y que no generan divisas, deben ser
pospuestos. En este sentido, es de alabar la decisión del gobierno distrital de
posponer la realización de la construcción del Tren Metropolitano. Si no se
hubiera hecho esto, en lugar de tener en 1985 una disminución en las reservas
internacionales de mil millones de dólares se tendría una de dos mil millones.
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