Infortunadamente, los planes de desarrollo no
gozan de suficiente divulgación y discusión. La principal razón para no poder
hacer un debate efectivo es que habitualmente no existe una alternativa contra
la cual se pueda comparar.
El primer año de gobierno es de trabajo interno en el Departamento
Nacional de Planeación. Los funcionarios del DNP en este primer año deben,
además de cumplir con sus responsabilidades habituales, ocuparse en la
elaboración del Plan del Gobierno que comienza.
Los documentos preparados por Planeación Nacional no solo sirven para
material de lectura de los cursos de Desarrollo Económico de nuestras
universidades, sino que fijan las prioridades del Gobierno Nacional en el
próximo cuatrienio.
Estos planes de desarrollo por regla general tienen dos aspectos
importantes. Por una parte, son documentos de diagnóstico bastante
interesantes. Los estudiosos encuentran
en ellos, además de una abundante información estadística, una lista de los
principales problemas sectoriales y de los deseos del gobierno para
encontrarles solución. En segundo lugar, los planes de desarrollo presentan una
lista de los proyectos de inversión que está considerando el gobierno.
Infortunadamente, los planes de desarrollo no gozan de suficiente
divulgación y discusión. La principal razón para no poder hacer un debate
efectivo es que habitualmente no existe una alternativa contra la cual se pueda
comparar. La oposición, reflexiva o irreflexiva, no tiene los medios para
ensamblar un documento en el que se expresen sus prioridades. En estas
circunstancias, lo que ocurre es que la oposición se dedica a realizar algunas
críticas, muchas veces valederas, sobre las inconsistencias que presenta el
plan del gobierno.
En otros países, los centros de investigación cada año elaboran
documentos en donde se presentan otras prioridades alternativas. El esfuerzo de
la Brookings Institution en los Estados Unidos es algo que siempre me ha
causado admiración. En 1977 bajo la dirección del ya fallecido Joseph Pechman
comenzó a publicar anualmente su libro sobre alternativas presupuestales que
ha contribuido notablemente a desarrollar un debate más fructífero sobre el
presupuesto.
La Cámara de Comercio de Bogotá desde hace unos cuatro años bajo la
dirección de su Presidente ha venido trabajando en la elaboración de planes de
desarrollo. Inicialmente, el esfuerzo se concentró en la elaboración de planes
de desarrollo para Bogotá. Recientemente, este esfuerzo se ha ampliado para la
elaboración de planes de desarrollo a nivel nacional.
El resultado de este esfuerzo se ha resumido en dos magníficos
volúmenes que en épocas recientes fueron entregados al Presidente Gaviria. Bajo
el título «Una aproximación al futuro: Colombia Siglo XXI»,
Confecámaras ha entregado a la opinión un magnífico plan de desarrollo
alternativo.
Después de leer estos dos ejemplares y apreciar la calidad de la
mayoría de los documentos, el único sabor amargo que queda es encontrar que el
esfuerzo se ha entendido más como una colaboración con el gobierno, que un
esfuerzo para presentar una alternativa coherente que se pueda comparar con la
presentada por el gobierno. Es mi sentir que las Cámaras de Comercio
contribuirían más a un debate democrático si se incluyeran autores que
representaran otras opiniones. Al leer la distinguida lista de ponentes
inmediatamente le viene a la memoria la foto de la campaña de uno de los
precandidatos liberales de 1990.
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