Los encargados del
sector energético nos han tratado de convencer que las condiciones
meteorológicas y en especial, las asociadas al fenómeno del Niño, son las
principales culpables de esta repetición de la ingrata experiencia de finales
de los setenta.
Después de haber pasado
por un crudo invierno que acabó con las calles de Bogotá, que la eficiente
administración del Doctor Juan Martín Caicedo no ha podido reparar, nos enfrentamos
a la declaración de un racionamiento de energía.
Los encargados del
sector energético nos han tratado de convencer que las condiciones
meteorológicas y en especial, las asociadas al fenómeno del Niño, son las
principales culpables de esta repetición de la ingrata experiencia de finales
de los setenta.
El sector eléctrico,
que a mediados de 1985 se caracterizó por unos excedentes de generación y por
un sobre-dimensionamiento, ha pasado a ser un sector con deficiencias. Colombia
ha entrado un poco más tarde que otros países de racionamiento al ciclo
energético. De una etapa de racionamiento pasa a una de exceso de capacidad
instalada y luego, otra vez, en la época de apagones. Esto se ha vivido en
otros países como Argentina y Brasil, donde también se han hecho desarrollos
con base en hidroeléctricas.
Los errores de
planeación y el inmoderado optimismo de un crecimiento, da lugar a una etapa de
ampliación considerable de expansión. Por otra parte, la necesidad de servir la
deuda incurrida, da lugar a aumentos de tarifas que influyen negativamente en
el crecimiento de la demanda y que causan, a su vez, el exceso de capacidad. El
exceso de la capacidad instalada y el alto endeudamiento del sector frenan la
inversión, lo que también influye en el futuro racionamiento.
En este ciclo
energético el experto Guillermo Perry, que cuando era un joven y destacado
ingeniero se ganó por su precocidad el remoquete de «El Chino Perry»,
ha tenido una participación importante. Como consultor, dirigió el Estudio
Nacional de Energía, lo cual tuvo como consecuencia un plan de expansión del
sector eléctrico, que dió lugar a la sobreinversión.
Más tarde, como
Ministro de Minas y Energía, para enmendar el sobre-dimensionamiento existente
y de acuerdo con los organismos multilaterales de crédito, frenó el ritmo de
inversión de los mega-proyectos del sector eléctrico. El frenazo al Guavio y a
otras inversiones nos ha colocado, cinco años más tarde, en un racionamiento
con altos costos sociales y políticos.
La planeación del sector eléctrico, que en una época había sido
considerada como la mejor del país, ha entrado en una nueva crisis. Los errores
del pasado unidos a una gestión deficiente, han sido tan grandes que nos han
llevado a esta situación. La larga gestación de los proyectos hidráulicos ha
sido una de las causas estructurales del ciclo de los proyectos. El análisis
elemental del conocido modelo de la telaraña ha enseñado a los estudiantes de
primer año de economía, que entre mayor sea el rezago entre la decisión y la ejecución,
mayor es la inestabilidad.
Esta clara enseñanza de
la teoría económica es olvidada por los diseñadores, quienes muchas veces
seleccionan el proyecto con el criterio equivocado. En varias ocasiones he oído
defender, equivocadamente, un proyecto por sus bajos costos de inversión por
unidad de potencia. El criterio correcto
es escoger el proyecto con base en un criterio de minimización del costo por
kilovatio-hora producido. En estos momentos, en que nuestros embalses están
agotados, no es un consuelo saber que tenemos capacidad de generación en
exceso, si nos falta el agua, o sea la materia prima para la generación
hidráulica.
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