Los teóricos comenzaron
a plantearse explicaciones del fenómeno que les permitiera sugerir
recomendaciones de política económica que aliviaran esta dolorosa situación de
inflación con desempleo.
La primera crisis del
petróleo de 1973 no sólo afectó la economía mundial, sino que también tuvo
importantes impactos en la ciencia económica. Hasta esa fecha se pensaba que
las altas tasas de inflación estaban asociadas con bajas tasas de desempleo. La
ocurrencia simultánea de altas tasas de inflación y desempleo causadas a nivel
mundial por la crisis del petróleo, puso a comentaristas y académicos a buscar
explicaciones.
Los comentaristas
decidieron que lo más importante era buscar un término que describiera el nuevo
fenómeno. Para eso usaron la técnica utilizada por los criadores de caballos de
pura sangre, de poner como nombre del potro una mezcla de los nombres del padre
y de la madre. De esta manera, surgió el nombre de estanflación para describir
la ocurrencia simultánea de un estancamiento y de la inflación.
Los teóricos comenzaron
a plantearse explicaciones del fenómeno que les permitiera sugerir
recomendaciones de política económica y, que aliviaran esta dolorosa situación
de inflación con desempleo. Las naturaleza misma del fenómeno y las soluciones
eran objeto de amplio debate. No existía un consenso sobre el tema. Por esa
época, en los exámenes a los candidatos al Ph. D. de las mejores universidades
americanas se incluyeron preguntas en las que se planteaba el fenómeno y se
pedían soluciones a dicho problema.
Como fruto de ese
análisis surgieron importantes reformulaciones de los principales modelos
vigentes. Se entendió que era muy importante distinguir entre perturbaciones
causadas por aumentos en la demanda y, las que ocurrían como consecuencia de
los cambios en la oferta. Se concluyó que los resultados eran muy diferentes
para los dos casos. Cuando la perturbación se debía a cambios en la demanda,
como por ejemplo los que se daban por variaciones en la política, fiscal y
monetaria, existía el famoso intercambio entre inflación y desempleo. Por el
contrario, cuando la perturbación afectaba primordialmente el lado de la oferta
como era el caso del «shock» petrolero, ocurría la estanflación.
El descubrimiento de la
medicina adecuada para manejar los fenómenos de la estanflación asociada con la
primera crisis del petróleo llegó un poco tarde pues algunos de los pacientes
tuvieron que padecer remedios que muchas veces resultaron peores que la
enfermedad. Cuando ocurrió la segunda crisis del petróleo los países avanzados
tenían más claras las posibles soluciones. Los que consideraban importante
mantener un nivel de precios estables, por ejemplo Japón y Alemania, optaron
por políticas monetarias y fiscales restrictivas. Por el contrario, algunos
países decidieron acomodar la situación contrarrestando los efectos recesivos
causados por los altos precios del petróleo, mediante una expansión de la
demanda agregada.
Las experiencias del
manejo de las crisis del petróleo son invaluables para poder tomar decisiones
en estas épocas de racionamiento eléctrico. El racionamiento eléctrico es sin
lugar a dudas un choque de oferta tan traumático, o más, que el causado por los
jeques árabes en 1973 y 1979. Nuestras opciones de manejo económico están
centradas en ver si continuamos con una política restrictiva que nos elimine
las expectativas inflacionarias, o si por el contrario aceptamos el aumento de
precios y lo validamos mediante políticas monetarias y fiscales estimulativas.
El racionamiento
eléctrico entra entonces como un actor nuevo en las discusiones de política
fiscal. El Ministro de Hacienda tiene que preguntarse si en estas
circunstancias es necesario frenar la economía, o si más bien, se requiere un
estímulo adicional que compense los autogoles que le metieron los encargados de
la política energética de la Administración Barco y de la actual.
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