El gobierno, al
mantener unas metas que nunca ha podido cumplir, está pensando entonces que la
constancia vence lo que la dicha no alcanza.
En noviembre las
revistas se llenan de colorido con las fotografías de las candidatas al cetro de la belleza en
Cartagena. En este mes de reinas, las páginas económicas comienzan a hablar de
los pronósticos económicos para el año entrante. A diferencia de lo que ocurre
en los Reinados de Belleza donde las candidatas no repiten, en los pronósticos
económicos las cifras se repiten año a año. En efecto, la meta inflacionaria
por tercer año consecutivo se ha colocado en el 22 por ciento. El equipo
económico del gobierno vuelve otra vez con metas muy similares. La del
crecimiento de la economía se sitúa de nuevo en el cuatro por ciento y la del
crecimiento de los medios de pago en el 26 o 27 por ciento. El déficit fiscal
como porcentaje del PIB vuelve a la cifra mágica del uno por ciento del
producto. Este resultado es el mismo independientemente de si hay aumento de
impuestos o no.
La repetición de las
metas económicas nos recuerda al empedernido jugador de chance que siempre
escoge su número favorito. El gobierno, al mantener unas metas que nunca ha
podido cumplir, está pensando entonces que la constancia vence lo que la dicha
no alcanza. Ante tan poco acierto más valdría pensar que lo que ha faltado es
atacar verdaderamente los problemas básicos de la economía.
El jugar siempre a los
dos paticos en el campo de la inflación ha hecho olvidar que lo importante en
este campo es tener un conjunto de precios adecuados. El precio de la gasolina,
del café y de la energía no han podido llegar a su nivel de equilibrio. La
gasolina sigue aún por debajo del deseado nivel internacional. El dólar veinte
por galón de gasolina que ha sido un objetivo durante estos tres años sigue
siendo inalcanzable. El precio interno del café continúa siendo muy alto, lo
que ha llevado a cosechas muy por encima de los niveles de exportación, ha
descapitalizado el Fondo del Café y agravado el déficit fiscal.
El precio de la energía
sigue muy bajo. El consumo del gas no se ha podido masificar porque el precio
en Colombia es muy inferior al precio internacional. Los usuarios de bajos
ingresos tienen precios de energía eléctrica demasiado bajos lo que magnifica
el problema causado por el bendito racionamiento. Los precios de los usuarios
industriales y comerciales siguen siendo demasiado altos con graves
consecuencias en el aumento de las pérdidas negras.
Los beneficios en las
rebajas en los aranceles todavía no han llegado al consumidor. El crecimiento
menor del índice de precios al productor con relación al índice de precios ala
consumidor ha mejorado la rentabilidad de los productores y les ha permitido
compensar en parte el retraso cambiario.
El proceso de apertura
sigue amenazado, por tercer año consecutivo, por un nivel de la tasa de cambio
muy bajo. La meta fijada para la tasa de cambio real por la Junta Directiva del
Banco de la República es totalmente inadecuada. El nivel de referencia escogido
de una paridad igual a la de 1985 sería el correcto si no se hubiera hecho la
apertura comercial. Al reducirse el arancel es necesario compensar mediante una
mayor devaluación para mantener la competitividad de la economía.
El manejo cambiario es
inadecuado no solo por el nivel escogido sino también por el tipo de
instrumentos empleados. Por ejemplo, es conveniente eliminar de manera
definitiva la tasa de cambio oficial. El mantener una tasa oficial
artificialmente alta únicamente para la redención de los certificados de cambio
es injusto y discriminatorio. El nivel de protección debe ser el mismo para la
industria, independientemente de si exporta o compite con las importaciones.
Las tasas de interés se
mantienen en niveles demasiado bajos, imposibles de sostener en el largo plazo.
Las tasas de interés reales negativas no son compatibles con una reducción de
la inflación. Tarde o temprano es necesario eliminar el control en las tasas de
interés y reducir los encajes a niveles similares a los de otros países. Con
una estructura de costos más favorable el sector financiero podrá competir
mejor con el de otros países más avanzados.
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