Lo importante es que el
sector privado, el gobierno central, ECOPETROL y en especial los gobiernos
locales operen bajo el sano principio de no gastar desenfrenadamente las
entradas ocasionales.
El Departamento
Nacional de Planeación y el Banco Mundial organizaron un interesante seminario
sobre Cusiana y la economía colombiana en los años noventas. Durante los dos
días que duró el seminario se hicieron interesantes presentaciones sobre un
tema que ha venido preocupando a la opinión publica. Los organizadores lograron
un éxito importante. Los conferencistas extranjeros nos trasmitieron sus
experiencias en el manejo de las bonanzas y nos alertaron sobre de la
posibilidad de contraer el mal holandés.
Aunque es muy difícil
tratar de resumir lo que se discutió en estos días es necesario comenzar a
sacar conclusiones sobre cómo se debe manejar la economía en el futuro y cuáles
son los posibles dilemas de política económica que se deberán tener en cuenta
en el futuro.
Una primera conclusión
compartida por gran parte de los expositores es que las bonanzas en general
pueden resultar benéficas para el país. Aquí vuelve a aplicarse el famoso dicho
de Pambelé: «Es mejor ser rico que ser pobre». Esto no quiere decir que
los ricos son más felices que los pobres ni que todo el mundo que se haya
sacado una lotería haya sabido aprovecharla.
En el seminario se presentaron casos de buenos y malos manejos de una bonanza y se analizaron cuáles fueron las políticas aplicadas tanto en los casos exitosos de manejo económico como en el caso en que las economías terminaron en peores condiciones de las que tenían al comienzo de la bonanza. La conclusión básica es que para tener éxito hay que tener un buen manejo macroeconómico y además tomar medidas microeconómicas acertadas. Hacer las cosas bien, indudablemente, tiene su premio.
En el seminario se presentaron casos de buenos y malos manejos de una bonanza y se analizaron cuáles fueron las políticas aplicadas tanto en los casos exitosos de manejo económico como en el caso en que las economías terminaron en peores condiciones de las que tenían al comienzo de la bonanza. La conclusión básica es que para tener éxito hay que tener un buen manejo macroeconómico y además tomar medidas microeconómicas acertadas. Hacer las cosas bien, indudablemente, tiene su premio.
Entre lo que hay que
hacer bien es tratar de no gastarse toda la plata de una vez y más bien vivir
de las rentas. Esto es ni más ni menos lo que comentamos en la anterior columna
y en la que hicimos mención a los modelos de Friedman y de Modigliani. Lo
importante es que el sector privado, el gobierno central, ECOPETROL y en
especial los gobiernos locales operen bajo este sano principio de no gastar
desenfrenadamente las entradas ocasionales.
También es muy
importante dejar parte de estos ahorros afuera. Por tanto, los sectores público
y privado deben mirar al extranjero como el sitio en donde hacer sus
inversiones financieras. Una buena manera de hacer esto para el gobierno
nacional es pagar anticipadamente la deuda externa con lo cual no solo
contribuye a la estabilidad monetaria y cambiaria sino que también ayuda en
parte a la solución del déficit fiscal al reducir el servicio de la deuda.
El sector privado debe buscar opciones en el exterior. Por tanto debe acelerar el interesante proceso de inversión colombiana en el exterior. En los noventas Colombia puede convertirse en el Japón de Suramérica ya no por la importancia de sus exportaciones sino ahora por la importancia de sus inversiones en el extranjero. Esta estrategia serviría no solo para aliviar la presión monetaria sino también para contrarrestar los efectos negativos de una posible revaluación del peso en las actividades ligadas al comercio exterior.
El sector privado debe buscar opciones en el exterior. Por tanto debe acelerar el interesante proceso de inversión colombiana en el exterior. En los noventas Colombia puede convertirse en el Japón de Suramérica ya no por la importancia de sus exportaciones sino ahora por la importancia de sus inversiones en el extranjero. Esta estrategia serviría no solo para aliviar la presión monetaria sino también para contrarrestar los efectos negativos de una posible revaluación del peso en las actividades ligadas al comercio exterior.
En el Seminario se intentó presentar una visión cuantitativa del efecto de Cusiana en
la economía. En mi opinión, esto fue lo menos bueno del seminario. Los modelos
escogidos por los ilustres conferencistas dejaron mucho que desear y las
conclusiones no son muy sólidas. Lo que parece claro es que el impacto de
Cusiana no es muy grande. El crecimiento de la economía colombiana con Cusiana
va seguir siendo inferior al cinco por ciento, cifra muy por debajo de la lograda
en épocas de buen manejo económico. La bonanza de los noventas no nos va a
sacar de pobres ni nos va a convertir en un país desarrollado. Tenemos que
seguir manejando bien la economía y encontrar la manera de volver a crecer.
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