No debería extrañarnos que nuestros conocimientos sobre el transporte colectivo sea mejor que el de los países avanzados.
Planeación Nacional y el Ministerio de Desarrollo organizaron la semana pasada un interesante seminario sobre las políticas e instituciones para el futuro desarrollo urbano de Colombia. En él se presentaron una serie de ponencias sobre diversos temas de interés en el campo urbano. Se contó con participación de conocidos especialistas colombianos y extranjeros.
El tema del transporte urbano fue tratado por Jorge Acevedo y por el profesor Ralph Gakenheimer del MIT. A diferencia de otros seminarios en donde la actuación de nuestros investigadores es muy inferior a la de los extranjeros, en este y en especial en el tema del transporte se me hizo que la parte colombiana mostró un mayor dominio del tema. Aunque a muchos pueda sorprenderles, el conocimiento sobre el campo del transporte urbano en Colombia es bastante bueno en comparación con el de los países avanzados.
No debería extrañarnos que nuestros conocimientos sobre el transporte colectivo sea mejor que el de los países avanzados. Para los países de Norteamérica el medio predominante es el automóvil mientras que en Colombia es el bus. el poco transporte que se realiza en bus es prestado por compañías del Estado que nunca han mostrado ser muy eficientes ni se han preocupado por prestar un servicio orientado al usuario.
La investigación y el desarrollo en el campo del transporte en los Estados Unidos por lo general está orientado hacia el transporte privado y por lo tanto en ese campo nos llevan una gran ventaja. Por el contrario, los pocos desarrollos que se han dado en el transporte colectivo por buses han ocurrido en países menos avanzados en donde el medio de transporte predominante es el bus. La interesante experiencia con las troncales originada en Brasil es adaptada en otros países como Colombia en donde existe urgente necesidad de mejorar el servicio de transporte mientras llega la tan anunciada solución definitiva.
El mejor conocimiento de los colombianos sobre los temas del transporte urbano se notó en el seminario organizado por el Gobierno. Mientras las soluciones planteadas por el experto colombiano resultaron convincentes, la del ilustre profesor del MIT dejaron serias dudas. Sus afirmaciones de que el principal problema del transporte es que los automovilistas somos muy tercos y que por nada del mundo dejamos de utilizar el automóvil, revela un simplismo llevado al extremo. Los automovilistas, al igual que todos los consumidores, siempre tienen en cuenta los costos y beneficios de sus acciones. Es claro que el automóvil se usa cuando el beneficio es mayor que el costo. Si el costo se incrementa, ya sea por aumento del costo de los insumos o por cobros mayores por el parqueo, la decisión de utilizar el vehículo particular puede cambiar. El descartar de plano la utilización de instrumentos fiscales para obtener una mejoría en la asignación de recursos es, sin duda, una grave falla muy común en Norteamérica. Como bien lo anotaba John Kain, esta imposición prematura de limitaciones es la mayor falla que ha tenido la planeación del transporte urbano en los Estados Unidos.
El profesor del MIT tampoco nos convenció cuando nos presentó tres prerrequisitos que debe cumplir una ciudad que quiera pensar en un Metro. Si una ciudad ha logrado racionalizar el sistema de rutas, ha mostrado que puede controlar el uso de la tierra y puede aumentar la densidad en determinadas zona y además, puede mostrar que la gente puede pagar mayores tarifas del servicio público a cambio de un mejor servicio, indudablemente es un caso excepcional. Cumplir con uno solo de estos prerrequisitos sería propósito de varias generaciones. Por ejemplo, desde 1969 se ha hablado de racionalizar el sistema de rutas en Colombia sin que hasta el momento se haya logrado. Controlar el uso de la tierra mediante planes reguladores es un ejercicio en que los planificadores urbanos han gastado muchas horas y muchos lápices de colores sin ningún resultado. Pero aún si existe esa mítica ciudad que cumple con los tres prerrequisitos, para mi no es obvio que esté interesada en construir un Metro, pues para esa época ya habría tenido resuelto su problema de transporte de otra forma más económica.
Al escribir esta columna me vino a la memoria el glorioso cinco cero del 5 de septiembre. Los colombianos no sólo les hemos podido ganar a los que nos enseñaron a jugar fútbol, sino que también le podemos ganar a los profesores del MIT que nos enseñaron a planear el transporte.
Planeación Nacional y el Ministerio de Desarrollo organizaron la semana pasada un interesante seminario sobre las políticas e instituciones para el futuro desarrollo urbano de Colombia. En él se presentaron una serie de ponencias sobre diversos temas de interés en el campo urbano. Se contó con participación de conocidos especialistas colombianos y extranjeros.
El tema del transporte urbano fue tratado por Jorge Acevedo y por el profesor Ralph Gakenheimer del MIT. A diferencia de otros seminarios en donde la actuación de nuestros investigadores es muy inferior a la de los extranjeros, en este y en especial en el tema del transporte se me hizo que la parte colombiana mostró un mayor dominio del tema. Aunque a muchos pueda sorprenderles, el conocimiento sobre el campo del transporte urbano en Colombia es bastante bueno en comparación con el de los países avanzados.
No debería extrañarnos que nuestros conocimientos sobre el transporte colectivo sea mejor que el de los países avanzados. Para los países de Norteamérica el medio predominante es el automóvil mientras que en Colombia es el bus. el poco transporte que se realiza en bus es prestado por compañías del Estado que nunca han mostrado ser muy eficientes ni se han preocupado por prestar un servicio orientado al usuario.
La investigación y el desarrollo en el campo del transporte en los Estados Unidos por lo general está orientado hacia el transporte privado y por lo tanto en ese campo nos llevan una gran ventaja. Por el contrario, los pocos desarrollos que se han dado en el transporte colectivo por buses han ocurrido en países menos avanzados en donde el medio de transporte predominante es el bus. La interesante experiencia con las troncales originada en Brasil es adaptada en otros países como Colombia en donde existe urgente necesidad de mejorar el servicio de transporte mientras llega la tan anunciada solución definitiva.
El mejor conocimiento de los colombianos sobre los temas del transporte urbano se notó en el seminario organizado por el Gobierno. Mientras las soluciones planteadas por el experto colombiano resultaron convincentes, la del ilustre profesor del MIT dejaron serias dudas. Sus afirmaciones de que el principal problema del transporte es que los automovilistas somos muy tercos y que por nada del mundo dejamos de utilizar el automóvil, revela un simplismo llevado al extremo. Los automovilistas, al igual que todos los consumidores, siempre tienen en cuenta los costos y beneficios de sus acciones. Es claro que el automóvil se usa cuando el beneficio es mayor que el costo. Si el costo se incrementa, ya sea por aumento del costo de los insumos o por cobros mayores por el parqueo, la decisión de utilizar el vehículo particular puede cambiar. El descartar de plano la utilización de instrumentos fiscales para obtener una mejoría en la asignación de recursos es, sin duda, una grave falla muy común en Norteamérica. Como bien lo anotaba John Kain, esta imposición prematura de limitaciones es la mayor falla que ha tenido la planeación del transporte urbano en los Estados Unidos.
El profesor del MIT tampoco nos convenció cuando nos presentó tres prerrequisitos que debe cumplir una ciudad que quiera pensar en un Metro. Si una ciudad ha logrado racionalizar el sistema de rutas, ha mostrado que puede controlar el uso de la tierra y puede aumentar la densidad en determinadas zona y además, puede mostrar que la gente puede pagar mayores tarifas del servicio público a cambio de un mejor servicio, indudablemente es un caso excepcional. Cumplir con uno solo de estos prerrequisitos sería propósito de varias generaciones. Por ejemplo, desde 1969 se ha hablado de racionalizar el sistema de rutas en Colombia sin que hasta el momento se haya logrado. Controlar el uso de la tierra mediante planes reguladores es un ejercicio en que los planificadores urbanos han gastado muchas horas y muchos lápices de colores sin ningún resultado. Pero aún si existe esa mítica ciudad que cumple con los tres prerrequisitos, para mi no es obvio que esté interesada en construir un Metro, pues para esa época ya habría tenido resuelto su problema de transporte de otra forma más económica.
Al escribir esta columna me vino a la memoria el glorioso cinco cero del 5 de septiembre. Los colombianos no sólo les hemos podido ganar a los que nos enseñaron a jugar fútbol, sino que también le podemos ganar a los profesores del MIT que nos enseñaron a planear el transporte.
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