La experiencia amarga de los efectos de una devaluación en Venezuela debería mantenernos alerta para tratar de tomar medidas remediales necesarias para evitar un impacto negativo en nuestra economía.
Es interesante comparar la situación cambiaria colombiana con la venezolana. En Colombia, al menos por el momento, la gran mayoría de los analistas piensa que el precio del dólar es alto y que, en consecuencia es probable que en el futuro su precio tienda a disminuir. Además, como el diferencial de tasas de interés hace atractivo endeudarse en el exterior, los mismos analistas prevén una entrada de capitales que, sin lugar a dudas, influiría en acentuar la tendencia a la baja del dólar en Colombia.
La situación en Venezuela es marcadamente diferente. El precio del dólar está muy bajo, todos están interesados en convertir sus ahorros a una moneda dura. Muchos de los venezolanos están buscando financiación local para poder comprar los dólares cuyo precio están esperando que suba. Por tanto, la especulación en contra del bolívar cada día es más fuerte y la pregunta que se hacen no es tanto si habrá una devaluación, sino más bien la inquietud se centra en la fecha y en el monto de la devaluación.
El reciente retiro de algunos inversionistas venezolanos del mercado colombiano puede interpretarse como una señal de que la devaluación se acerca. Los pesos parecen estar saliendo para los Estados Unidos vía Miami para un eventual regreso a Caracas. Los inversionistas venezolanos están interesados en mantener activos en dólar, que no sólo son más líquidos, sino que al mismo tiempo quedan protegidos de cualquier repercusión de la devaluación venezolana en la economía colombiana.
La importancia de mantener una alta liquidez en momentos de una crisis cambiaria es bastante obvia. Cuando se da una devaluación real de la moneda los activos denominados en moneda local sufren una considerable pérdida de valor. El tener la platica lista puede ayudar a conseguir verdaderas gangas. Los capitales que podríamos apodar buitres, están dispuestos a hacer su agosto en todos los sitios donde ha habido una fuerte devaluación. Estos arriesgados inversionistas han logrado importantes ganancias comprando propiedades en Palermo después de una devaluación en Argentina y en Punta del Este después de una devaluación en Uruguay.
El riesgo de que en Colombia suframos un coletazo de la devaluación venezolana no es trivial. La experiencia vivida en Cúcuta en el 82, cuando el bolívar sufrió una importante devaluación es recordada por muchos de los que sufrieron las consecuencias de este evento económico. El impacto en la frontera colombo venezolana se fue extendiendo poco a poco por todo el territorio. Primero fueron los comerciantes de Cúcuta, más tarde los proveedores en Bucaramanga, hasta que todo el país sintió el efecto. El efecto de la devaluación en la producción se vio magnificado por el flujo de retorno de antiguos inmigrantes a Venezuela. La devaluación del bolívar en presencia de un marcado desequilibrio fiscal y cambiario, sin lugar a dudas, nos puso ante la penosa alternativa de devaluar aceleradamente en el año 85.
Aunque mucho va del 82 al 94 en materias de desequilibrio macroeconómico, la experiencia amarga de los efectos de una devaluación en Venezuela debería mantenemos alerta para tratar de tomar las medidas remediales necesarias para evitar un impacto negativo en nuestra economía. El gobierno y la Junta Directiva del Banco de la República deberían estar vigilantes para actuar de manera rápida y eficaz y asegurar que est administración termine bien en el campo económico.
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