Si la economía colombiana no se
controla bien puede sufrir una crisis externa de grandes proporciones
Como suele ocurrir es más fácil
comentar los ocurrido que prever lo que va a pasar. La mirada retrospectiva
suele ser siempre muy clara mientras que la mirada hacia al futuro es siempre
nebulosa. El colapso de la economía mexicana ocurrido el 20 de diciembre del
año pasado ha dado lugar a una serie de análisis bastante interesantes. La
última columna del prestigioso economista Rudiger Dornbusch en la revista
Business Week nos presenta interesantes opiniones sobre la situación mejicana
de la cual es conveniente destacar la similitud entre la situación mejicana y
la vivida en Chile a comienzos de los ochentas.
Dos países que avanzaron de
manera importante en la senda de las reformas estructurales tuvieron que
enfrentar una crisis por el mal manejo macroeconómico. El mantener una tasa de cambio a todas luces irreal
financiada por creciente endeudamiento privado lleva finalmente a una crisis
externa que precipita a la economía en un período recesivo. La conclusión obvia
de lo anterior es bastante clara. Las autoridades económicas no solo deben
reformar las instituciones modernizándolas y haciendo más competitiva la
economía sino que deben mantener una política cambiaria adecuada. La
financiación con endeudamiento externo que acompaña un déficit comercial no es
una solución de largo plazo pues las deudas tarde o temprano tienen que
pagarse. Los prestamistas e inversionistas no tienen la paciencia del Santo
Job, sino que viven revaluando las posibilidades de que su inversión pueda
repagarse y generalmente a la primera señal de una posible insolvencia cierran
las puertas del endeudamiento.
En cuanto a la situación
colombiana y el posible efecto tequila hay que decir que a pesar de lo que
dicen Hommes y Perry no estamos en el mejor de los mundos y que si la economía
colombiana no se controla bien, puede sufrir una crisis externa de grandes
proporciones o una fuerte recesión como sería el caso de la Argentina. El
endeudamiento privado colombiano ocasionado por el gran gasto privado muy por
encima de los ingresos del sector privado está llegando a niveles bastante
peligrosos. Una devaluación del 2 por ciento no puede ser compatible con una inflación de más de 20 por ciento. La competitividad
nacional está disminuyendo peligrosamente mientras que se sostiene la bonanza
de la construcción y otros sectores que producen bienes no transables. Los
acuerdos comerciales que fueron hasta hace poco el camino para la Presidencia
del anterior Ministro de Comercio Exterior han quedado reducida a su más mínima
expresión. En el baile de la integración a Colombia le toco bailar con las más
feas pues sus socios del famoso G3 están pasando por crisis de grandes
proporciones que han tenido que ser resueltas con devaluaciones masivas.
Los colombianos debemos pues
comenzar este año con muchas precauciones debemos aprender de las promesas de
los enguayabados que se embriagaron con tequila y que prometieron que ahora si
iban a portarse bien. Si no ajustamos la economía en este momento es muy
probable que lo tengamos que hacer después de una borrachera con aguardiente.
Aquí conviene recordar que la plata dulce no es eterna y que si hoy es bueno
endeudarse en dólares esto no sigue siendo cierto después de una devaluación a
lo mero macho.
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