El sufrido usuario del ISS se encuentra ante la
perspectiva de que sus nuevas cotizaciones se evaporen como se evaporaron los
recursos de la Caja Nacional de Previsión de la Policía
La reforma de la seguridad social fue sin lugar a
dudas uno de los principales logros de la Administración Gaviria. La
introducción de la competencia a una rama de actividad en la que habían
predominado monopolios oficiales totalmente ineficientes,, fue una de las bases
sobre la que se edificó el nuevo sistema de Seguridad Social en Colombia. Las
Administradoras de Fondos de Pensiones y las Empresas Promotoras de Salud, se
constituyeron dentro del nuevo sistema en las entidades claves encargadas de
prestar un mejor servicio al usuario.
La reforma no sólo buscó prestar un mejor servicio
sino que también pretendió dotar de mayores recursos al nuevo sistema encargado
de la seguridad social de los
colombianos. Como consecuencia de la reforma laboral los costos laborales se
han incrementado muy por encima de las metas de inflación. Los colombianos
aceptamos este aumento en los impuestos sobre la nómina con resignación, pues
se nos prometió que ahora sí íbamos a poder gozar de estos derechos
fundamentales, que en el pasado fueron un canto a la patria.
Los defensores del antiguo régimen, muchos de
ellos con asiento en el Consejo de Ministros del Presidente Samper, lograron
introducir en la reforma definitiva unas condiciones favorables para que el
Instituto de Seguros Sociales pudiera retener su clientela mientras hacía los
cambios necesarios para enfrentar la nueva competencia. El gradualismo que tuvo
que ser desmontado para poder hacer la apertura se aceptó, en aras de poder
arrancar con un mejor sistema.
La experiencia de los últimos días nos parece que
la introducción del gradualismo fue un grave error que puede hacer fracasar tan
importante reforma. Lo que ha estado sucediendo en la seguridad social muestra
claramente que los intereses creados de algunos gremios o grupos de presión son
los principales enemigos de las reformas que pretenden beneficiar al público en
general. Las ventajas temporales otorgadas no sirven para que el pecador se
arrepienta y viva sino más bien para tratar de preservar las conquistas
alcanzadas en el antiguo régimen.
En lugar de volverse competitivo el Seguro Social
sigue con los mismos vicios de antes. El prometido estado de cuenta en el que
debían aparecer las cotizaciones hechas durante toda la vida no han llegado a
la mayoría de los afiliados. Los que están próximos a pensionarse y los que
quieren evaluar seriamente las posibilidades de pasarse al sistema de Fondos de Pensiones y
Cesantías, tienen que esperar por lo menos tres meses para poder contar con
este papelito. El cambio al sistema de autoliquidación que debería haberse
realizado con antelación se convierte en un viacrucis para el sufrido
empleador, que tiene que perder gran parte de su tiempo consiguiendo un bendito
formulario. La Administración de ISS gasta ingentes recursos en un proceso de
transición olvidándose, quien lo creyera, de que para hacer las consignaciones
se necesitaba contar con formularios en abundancia.
Lo triste de todo esto es que el esfuerzo hecho
por el ISS con sus cursos y teleconferencias que le brindaron la oportunidad de
un pantallazo a las Directivas del ISS resultó a la postre totalmente
innecesario. Aquí ocurrió como en el escrito de Moliére en donde el personaje
descubrió para su sorpresa que había estado escribiendo y hablando en prosa
toda su vida, pues el usuario el usuario descubrió que toda su vida había
estado haciendo autoliquidación de sus aportes. Todo empresario que pagaba a
sus empleados y cuánto era su aporte al Seguro Social, pues de otra manera su
contabilidad no le cuadraba.
Pero si esto no fuera poco, el sufrido usuario se
encuentra ante la perspectiva de que sus nuevas cotizaciones se evaporen los
recursos de la Caja de Previsión de la Policía. El Doctor Antonio Yepes, Director
del Instituto de Seguro Social en lugar de pensar en mejorar los servicios se
pone a negociar las torres donde quedó el Bogotá Hilton. Un edificio totalmente
inadecuado para atender el objetivo de sacar de la olla a un ente adscrito al
Ministerio de Defensa. Las prioridades de las directivas del ISS continúan, de
esta manera, totalmente alejadas de las de sus usuarios. En lugar de utilizar
estos para modernizar los sistemas de información, eliminando los graves
problemas existentes que han conducido al caos vivido en las últimas semanas, se
piensa en comprar elefantes blancos. Ojalá que el gobierno se ponga los
pantalones y ponga en cintura al ISS antes de que la competencia los
acabe.
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