El Pacto Social se puede convertir, al igual que la famosa teoría del sobredimensionamiento, en la razón de ser un futuro apagón
El aumento en el costo de vida en febrero resultó más alto de lo esperado por el Gobierno. El aumento en lo corrido del año es muy, superior a lo que se esperaría de tanto protagonismo que ha tenido el Pacto Social en los medios de comunicación. Lo más triste es que esta disminución tan pequeña sólo se ha logrado al diferir aumentos en los precios controlados por el Gobierno. Gracias a que el alza de la gasolina se hizo en la última década y por lo tanto no quedó registrada en las mediciones del Dane, se ha logrado mantener una tasa de inflación ligeramente inferior al 21 por ciento. Basados en las cifras anteriores, los analistas han comenzado a apostar en contra del cumplimiento de la meta del 18 por ciento para 1995.
El incumplir la meta de inflación es grave para la credibilidad de la política económica, pues en el futuro los agentes económicos con toda seguridad no volverán a jalarle al Pacto y la oportunidad de doblegar el flagelo inflacionario en la Administración Samper se habrá perdido. Lo que es triste es que este magro resultado se ha obtenido a un alto costo. Como se ha mencionado anteriormente en esta columna, las empresas de servicios públicos han sido afectadas adversamente por el Pacto Social, pues su situación financiera se ha visto desmejorada y el objetivo de mantener una solvencia financiera ha pasado a ocupar un lugar secundario. Las cuantiosas inversiones necesarias para atender los incrementos en la demanda tienen que ser aplazadas, pues las empresas no pueden hacer frente a un agresivo programa de expansión necesario para atender en forma adecuada a sus sufridos usuarios.
El racionamiento en el servicio de acueducto, se ha comenzado a aplicar en algunas regiones y la perspectiva de un nuevo apagón ha sido aceptada por el Ministro de Minas y Energía. Los bajos precios de la energía eléctrica han puesto en peligro la viabilidad financiera, de las empresas de energía, han desincentivado la participación del sector privado y están induciendo consumos muy por encima de lo que sería aconsejable en estas épocas de sequía. El Pacto Social se puede convertir, al igual que la famosa teoría de sobredimensionamiento en la razón de ser de un futuro apagón.
El impedir mediante políticas inadecuadas que el sistema de precios cumpla con su función de asignación de recursos, puede llevarnos a una situación cuyos recuerdos todavía están frescos. Las comidas frías, la subida de nueve pisos a pié, las tareas realizadas a la luz de la vela y todas las incomodidades sufridas en el apagón anterior deberían servir para intentar resolver esta discrepancia entre oferta y demanda. 0 través del sistema de precios. Un sobreprecio en épocas de sequía y una disminución en épocas de fuertes lluvias haría que tanto empresas como consumidores actuaran en forma socialmente responsable, disminuyendo el consumo y aumentando la generación térmica cuando bajan los embalses. El cambio en la política de tarifas del sector eléctrico es una medida más apropiada para manejar una escasez temporal, que apelar a un racionamiento que se sabe tiene que hacerse de manera severa, pues los pañitos de agua tibia lo único que hacen es desplazar el consumo para otra hora.
El Ministro Perry tiene que aceptar que los costos de la política de reducción de la inflación han comenzado a ser muy superiores a sus beneficios. Es el momento de h hacer un acto de fe en las bondades del sistema de precios como instrumento para asignar los recursos escasos. Impedir que el sistema de precios envíe las señales correctas, puede tener consecuencias muy graves
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