El secreto del éxito
alcanzado por el programa de estabilización argentina esta en la noción de
convertibilidad.
El Banco Mundial ha
publicado recientemente un informe sobre su conferencia anual sobre la economía
del desarrollo. En este se presenta un
interesante articulo de Domingo Cavallo y Guillermo Mondino con el titulo de
«¿Un Milagro argentino?. De la
hiperinflación al crecimiento sostenido. » En este articulo, los autores,
el actual Ministro de Economía de la Argentina y el Director de uno de los
principales institutos de investigación de la Argentina, presentan sus puntos
de vista sobre los resultados del Plan de Estabilización argentino.
El artículo se concentra
en tres grandes temas. El primero es el
del crecimiento de la productividad y la reforma económica. El segundo el del programa para la
erradicación de la hiperinflación y el tercero el del costo social de las
reformas. En cuanto a la relación entre
la estabilidad macroeconómica y el crecimiento de la productividad el trabajo
explora a través de métodos econométricos la relación existente entre la
estabilidad macroeconómica y el crecimiento.
El trabajo confirma el impacto negativo de unas altas tasas de
inflación, enormes déficit fiscales y del mal manejo de la tasa de cambio en el
crecimiento económico.
Los resultados presentados
en el artículo muestran que la variabilidad de la tasa de cambio real y de la
tasa de inflación tienen una fuerte incidencia en el crecimiento de la
productividad. Tomando como patrón la experiencia
promedio de 50 países durante el periodo 1960-87, los autores encuentran que
los resultados de las políticas de estabilización de la economía argentina
darían lugar a un crecimiento de la productividad laboral del 4.5 por %. Este
valor es considerablemente superior al observado en Argentina durante el
período 1975-1990 (-2,8 %) pero inferior al 6,3 % observado en el período
91-94.
La diferencia puede
explicarse, según los autores, por otras reformas llevadas a cabo durante el
período por el Ministro de Hacienda
Cavallo. Se destacan especialmente, en
el artículo, el haber llevado los precios relativos a patrones internacionales
y las reformas del comercio exterior las privatizaciones y la desregulación. El ajuste en el precio relativo de los bienes
de capital ha dado una gran dinámica a la inversión y por lo tanto ha
contribuido al crecimiento de la productividad laboral. Las reformas comerciales y la inserción de la
Argentina en el comercio regional no solo ha permitido un comercio libre sino
que le ha dado una estabilidad el largo plazo a las reformas comerciales. La Argentina tiene ahora que comportarse como
un socio equilibrado y no puede volver a los excesos en su política comercial y
económica de pocas anteriores.
La privatización no solo
ha contribuido a subsanar el déficit fiscal sino que ha contribuido a un
impulso considerable de la inversión. La
inversión del sector privado en las empresas privatizadas ha llegado a más de
la mitad del total de la inversión y se realiza ahora con criterios de
eficiencia muy diferentes a los utilizados por los burócratas en el pasado.
El secreto del éxito
alcanzado por el programa de estabilización está en la noción de
convertibilidad. Con las reformas emprendidas
el peso argentino tiene ahora que competir con el dólar. En lugar de prohibir las operaciones en
dólares como se hizo en Colombia en 1966, el plan de convertibilidad obligó al
peso argentino a convertirse en una alternativa eficaz. En lugar de pensar que cualquier movimiento
de la divisa americana era el resultado de una conspiración de fuerzas ocultas
el gobierno argentino lo tomó como un indicador de una falta de confianza en
las medidas económicas y que señalaban la necesidad de un ajuste. El éxito en el control de la inflación ha
requerido de una política fiscal seria y responsable pues cualquier reforma
monetaria o cambiaria sin responsabilidad fiscal tiende a ser efímera.
Finalmente, el artículo,
en la parte correspondiente a los costos sociales de la reforma, muestra los
principales resultados obtenidos en lo referente al empleo y a la distribución
del ingreso. En el frente laboral el
programa ha tenido efectos importantes en lo que se refiere al empleo pues en
el periodo 90-94 ha logrado generar 515.000 nuevos empleos urbanos, casi igual
a lo prometido en el Salto Social del actual gobierno colombiano. Sin embargo, el desempleo ha crecido
considerablemente debido en buena parte al crecimiento de la fuerza de trabajo
en casi un millón trescientos mil. La
evidencia en cuanto a la distribución del ingreso parece mostrar una mejora
leve, mientras que los indicadores de alivio de la pobreza son bastante
atractivos pues la población por debajo de la línea de pobreza ha bajado del
47,5 por ciento en 1989 a un 19 por ciento.
Después de leer el
artículo y aún aceptando que este puede presentar una visión muy particular no
queda duda de la importancia de investigar de manera objetiva las experiencias
exitosas de otros países para lograr mejorar la política económica colombiana. En estos tiempos de reflexión es conveniente
terminar con una cita del trabajo reseñado.
«La manera de salir del subdesarrollo es creando las condiciones
para un rápido crecimiento de la productividad, permitiendo que los beneficios
se irradien a toda la sociedad. La
experiencia con la reforma argentina en donde se logró tanto una victoriosa
estabilización como un rápido crecimiento dentro de una democracia, debería ser
un estudio de caso para los gobiernos reformistas».
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