En una economía de mercado desarrollada el sistema
de precios transmite información clave a los agentes económicos. Un precio alto
le indica al consumidor que un artículo se
debe economizar y al productor que puede
ser atractivo producir más de este producto. Por el contrario, un precio bajo
indica al consumidor que puede utilizarlo en grandes cantidades y al productor
que puede no ser conveniente realizar inversiones para aumentar su producción.
En países menos desarrollados, en un momento dado de
su historia, los precios vigentes pueden no enviar las señales adecuada que
conduzcan a tomar las mejores decisiones para la sociedad. Un ejemplo de este
escenario es el caso en que por restricciones existentes en el mercado
cambiario no se puede modificar la tasa
de cambio y a una tasa la demanda de divisas excede su oferta.
Otro ejemplo de las imperfecciones existentes en los países en desarrollo ocurre en el mercado laboral en el sector moderno urbano. El salario puede ser mantenido artificialmente alto y a ese salario el número de personas interesadas en trabajar excede el número de puestos ofrecidos.
Al aceptar que existían distorsiones que imponían
restricciones temporales a la economía, los expertos especializados en dar
consejos a los países en desarrollo comenzaron a plantear metodologías que
tuvieran en cuenta la existencia de estas limitaciones para la asignación eficiente
de los recursos escasos.
Una solución propuesta fue desarrollar una doble
contabilidad en la que los costos y los beneficios de los proyectos y programas
se midieran tanto a los precios de mercado como a los precios de eficiencia, es
decir los precios en una situación ideal donde no existieran restricciones. Por ejemplo, si se consideraba que la moneda
local esta subvalorada en un 30%, en la segunda contabilidad de la evaluación
económica los costos de los insumos importados debían ser aumentados en un
treinta por ciento. Esto quiere decir que si un proyecto en la primera
contabilidad era rentable, después de hacer este ajuste podría dejar de ser
atractivo.
En esa doble contabilidad, los precios que
corregían las distorsiones en los precios de mercado se denominaron precios
sombra. Las misiones de asistencia técnica en los países en desarrollo
calcularon precios sombra para la divisa, la mano de obra no calificada, la
mano de obra calificada, la inversión, el ahorro y demás variables de interés.
A finales de los sesenta y comienzos de los setenta del siglo pasado,
con el fin de unificar criterios para el cálculo de los precios sombra, tanto la
Organzación Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)
como las Naciones Unidas publicaron unas guías sobre el tema de la evaluación económica
de proyectos de inversión.
En 1968, la OCDE publicó el “Manual of Industrial Project Analysis for Developing Countries, Volumen II, Social Cost-benefit Analysis”, cuyos autores fueron los profesores de la Universidad de Oxford I.M.D. Little y J. A. Mirrlees. Por otro lado, en 1972 las Naciones Unidas publicaron el libro “Guidelines for Project Evaluation”. Los autores de este manual fueron Partha Dasgupta y Amartya Sen, en aquel entonces profesores de la London School of Economics y Stephen Marglin vinculado en ese momento a la Universidad de Harvard como profesor del Departamento de Economía.
En 1968, la OCDE publicó el “Manual of Industrial Project Analysis for Developing Countries, Volumen II, Social Cost-benefit Analysis”, cuyos autores fueron los profesores de la Universidad de Oxford I.M.D. Little y J. A. Mirrlees. Por otro lado, en 1972 las Naciones Unidas publicaron el libro “Guidelines for Project Evaluation”. Los autores de este manual fueron Partha Dasgupta y Amartya Sen, en aquel entonces profesores de la London School of Economics y Stephen Marglin vinculado en ese momento a la Universidad de Harvard como profesor del Departamento de Economía.
Unos años más tarde, el Departamento Nacional de
Planeación (DNP) de Colombia, con apoyo de la Misión de Harvard, desarrolló una
serie de trabajos para calcular los principales precios sombra de la economía
colombiana permitiendo corregir las principales distorsiones del sistema en la
evaluación de proyectos de inversión.
En septiembre de 1973, en mi primer semestre en
Harvard, me inscribí en un seminario que se llamaba ´Toma de Decisiones para el
Desarrollo Económico I´ en el que se estudiaba la evaluación económica de
proyectos de inversión. En ese momento el tema era de bastante actualidad y los
organismos multilaterales mostraban un gran interés porque los países adoptaran
la recién creada metodología.
El seminario dictado en Harvard era uno de los
cursos recomendados para los estudiantes de la Escuela de Gobierno J.F. Kennedy
y contenía dos partes una teórica, en la que se exponían los problemas
conceptuales para determinar los precios sombra, y otra práctica, en la que
había que trabajar en grupo algunos casos de estudio en los que se aplicaban
los conceptos teóricos a la evaluación de proyectos.
En general, los profesores de estos cursos tenían
experiencia práctica en países en desarrollo en donde habían prestado asesoría
a las oficinas de Planeación gubernamental a través del Development Advisory
Service, una dependencia de la Kennedy School of Government.
Adicionalmente, a finales de los años ochenta el
Banco Interamericano de Desarrollo (BID) apoyó al gobierno colombiano en una
investigación en la que se calcularon los precios económicos o precios sombras
de los principales insumos utilizados en los proyectos de inversión. El informe
publicado en 1990 fue un magnífico soporte para los consultores que realizaban
evaluaciones económicas de proyectos de inversión[1].
Este enfoque de adoptar un esquema de doble
contabilidad mientras existiera una serie de restricciones es lo que se pide en
la famosa plegaria de la serenidad: “Dame señor serenidad para aceptar las
cosas que no puedo cambiar.”
Por otro lado, en una corriente de economistas del
desarrollo se tenía otra visión del mundo, pues pedían la fortaleza para
cambiar las cosas que se pueden. Entre estos, conviene mencionar a Lauchlin
Currie ,que en lugar de inventarse una manera para calcular el precio sombra del
ahorro decidió que era mejor crear un mecanismo para que las familias
colombianas ahorrarán en un ambiente inflacionario. También debe mencionarse al
presidente Carlos Lleras Restrepo, que en lugar de depender del cálculo de un
precio sombra de la divisa decidió que era mejor implementar un mecanismo como
la devaluación gota a gota en el que el precio de la divisa pudiera ajustarse a
través del tiempo.
También debe mencionarse que en 1990 el gobierno de
Cesar Gaviria puso en práctica una serie de reformas que buscaban mejorar la
eficiencia de la economía rompiendo el aislamiento que había caracterizado el
desarrollo económico colombiano.
En los 25 años transcurridos desde el ´revolcón´ de
Gaviria afortunadamente se eliminando progresivamente las principales
distorsiones de la economía colombiana, hasta tal punto que ya no es necesario
llevar la doble contabilidad en precios de mercado y en precios sombra.
[1] Los
principales resultados del informe se pueden consultar en https://colaboracion.dnp.gov.co/CDT/Inversiones%20y%20finanzas%20pblicas/Estimaci%C3%B3n_de_precios_de_cuenta_para_Colombia.pdf.
Estos resultados no son enteramente aplicables pues reflejan la situación
previa a la apertura económica. La mejor hipótesis para utilizar en una
evaluación de proyectos es que no hay diferencia entre los precios de cuenta y
los precios de mercado.
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